Se ha venido hablando en distintos medios (su servidor incluido), que la contienda electoral en Puebla se ha cerrado y que el PRI puede llegar a perder algunos Distritos que hasta hace unas semanas parecían ganados con facilidad.
Independientemente de que publiquemos resultados de nuestras mediciones (del BEAP, pues), yo quiero hacer algunos comentarios al respecto.
En primer lugar, pongamos orden en la borrachera. Ni el PRI está “en la lona”, ni el PAN “ha remontado”.
El Revolucionario Institucional, efectivamente, bajó algunos puntos porcentuales no solo en Puebla, sino en todo el país, una vez que comenzaron las campañas oficialmente, el pasado 3 de mayo. Por supuesto, no en todos los Distritos. En algunos, incluso, ha aumentado su ventaja. Pero de que el tricolor bajó, es un hecho.
¿Motivos? Bueno, varios. En primer lugar por su insípido inicio de campaña. El PAN les ganó la agenda y solo se limitaron a responder que ellos “no caerían en ataques ni descalificaciones”. Muchos posibles electores entendieron esto como que les dio miedo responder o que no quisieron confrontarse con su pesado pasado de corrupción.
En segundo lugar, por el muy bajo perfil de sus candidatos. Si bien la próxima no es una elección en la que los nombres pesen mucho y sí las marcas de cada partido, tampoco significa que la gente no medio observe quiénes son los abanderados de cada Instituto político.
En tercer y último lugar, el PRI paga el costo nuevamente (aunque esto es cada vez menor) de tener desprestigio ante la sociedad, a la que cada vez que se le despierta ese sentimiento (por el PAN sobre todo), como de… desprecio a sus candidatos. Todos los partidos tienen harta a la gente, pero el PRI concita aún más rechazo cada ocasión que se le recuerda su pasado a los electores.
Con todo, repito, efectivamente el PRI ha descendido algunos puntos en las encuestas.
Ahora bien, el PAN no “ha subido en las encuestas” en forma generalizada. El que ha bajado es el PRI. El blanquiazul sigue con su base de simpatizantes desde hace meses. No ha subido, pues, ni en todos lados, ni con todos sus candidatos.
Y esto último debería preocuparles a los panistas (a sus dirigentes, vamos), pues todos sabemos que los votantes del PAN no conforman una estructura sólida y segura de salir a sufragar el día de la elección. Vamos, su voto “duro” es muy frágil. Salen a votar cuando les entusiasma una elección (por el candidato, por la campaña, etc.).
Además, como todos los observadores y analistas coinciden: Los candidatos del PAN están igual o peor que los del PRI en cuanto a carisma o arrastre entre la población. Es más, me arriesgo a decir que algunos de ellos están verdaderamente apanicados y se les nota nerviosos e inseguros en entrevistas o encuentros con los ciudadanos de a de veras.
¿Resultado? El PAN no sube significativamente en preferencias electorales. Sigue más o menos como ha estado en los últimos diez o doce meses.
Quedan unos cuarenta días de campaña. El PRI tiene como oportunidad el peso de su voto duro y la efectividad de su movilización (que todavía le funciona algo… por lo menos mejor que al PAN). En los últimos días (y en los próximos) también cambiará la estrategia de la campaña y consiste en recordarle a la gente la terrible crisis económica y desempleo, atribuibles al gobierno federal del PAN. A ver si les funciona.
La oportunidad del PAN radica en seguir recordando a la gente el pasado del PRI. También, en los últimos días la estrategia está cambiando y consiste en enfatizar a los ciudadanos que el gobierno del PAN (federal) sí le ha entrado a la guerra contra los narcos, etc. A ver si le da tiempo y le alcanza.
Como vemos, los candidatos siguen sin pesar en esta elección.
¿Cambiarán las cosas? Todo sigue en suspenso.
Les quedan pocos días.