22-11-2024 05:58:15 PM

Las cucarachas

Por Jesús Manuel Hernández

El crecimiento de la delincuencia en Puebla como en otras partes del centro del país, no puede ser imputable a una sola persona, como algunos grupos de poder pretenden hacerlo ver. La coincidencia de hechos bajo la administración de Luis Banck ha traído en consecuencia tomar al toro por los cuernos con la adopción de medidas a nivel de gabinete de inteligencia y respaldadas por la experiencia en la operación de Manuel Alonso.

La sociedad está acosada por la delincuencia que ataca los espacios públicos donde la policía es incapaz de actuar y cuando lo hace incluso padece la baja de sus activos.

Además, es verdaderamente imposible cuidar a todos los autobuses de transporte colectivo; el 67 por ciento de los habitantes de la capital se transportan en estos vehículos que alcanzan una cifra de unas 7 mil unidades que hacen casi 2 millones de viajes al día. ¿Cómo cuidarlos a todos?

Los expertos consultados sobre el tema presentan como explicación lo que ellos denominan en el argot policíaco como “operación cucaracha”, posible de manifestarse cuando la seguridad de una entidad ha estado detenida por alfileres y los mandos en lugar de actuar conforme al protocolo han caído en la tentación de ser cómplices de la delincuencia, tal cual ha sucedido en Puebla.

Por varios años se toleró el crecimiento del crimen organizado, se escondió la realidad, se usaron las inversiones en operaciones de imagen con la finalidad de un proyecto presidencial, se desatendió la tienda y la trastienda y ahora se padece el incendio.

Muchos de los delincuentes llegados de otras partes, se sumaron a los locales que por años fueron protegidos, como el caso de los huachicoleros, quienes ahora al verse perseguidos por los tres órdenes del gobierno, huyen como cucarachas, con la gravedad de que no saben cómo sobrevivir y de ahí su actuación en la delincuencia contra pasajeros y transeúntes, aunque el botín no sea cuantioso.

Acostumbrados a la violencia, no miden las consecuencias de su actuación, disparan sin importarles la vida de los demás y en consecuencia surge la autodefensa de los ciudadanos que empiezan a organizarse para defender su vida y sus activos, un asunto que aún complica más la actuación de las autoridades.

Más nos vale que los mandos tengan razón en sus propuestas y estrategias, más nos vale que la complicidad sea desmantelada y la delincuencia disminuida, porque de lo contrario, la sociedad se verá presa de un caos donde la ley de la selva, la del más fuerte gobierne.

O por lo menos, así me lo parece

 

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