Por Valentín Varillas
En la génesis del diseño del proyecto presidencial de Rafael Moreno Valle, sus asesores e ingenieros electorales veían como un obstáculo insalvable para sus aspiraciones, el regreso del PRI a Los Pinos.
En su lógica, Peña Nieto sería un presidente fuerte que pasaría a la historia como aquel héroe nacional que perfiló las reformas estructurales que el país necesitaba, catapultándonos por fin a la tan anhelada modernidad.
Daban prácticamente por hecho que los herederos del mítico grupo Atlacomulco le pasarían sin problemas la estafeta de la primera magistratura nacional a uno de sus congéneres.
Se trataba, faltaba más, de los creadores del régimen del partido único, de la “dictadura perfecta” vargasllosiana y de los que, en teoría, sí sabían gobernar.
“Únicamente que el país se caiga en pedazos al final del sexenio, vamos a tener una oportunidad real a la presidencia”, comentó en su momento uno de los personajes más cercanos al mandatario poblano.
Y así es, el país se cae en pedazos.
Todo lo que pudiera haberle salido mal al grupo en el poder, le salió, volviendo prácticamente imposible un nuevo sexenio bajo la tutela tricolor.
Lejos del sombrío pronóstico de hace cuatro años, en torno a las posibilidades reales de Moreno Valle, hoy se fortalece aquella teoría que habla de pactos y negociaciones al más ato nivel para impedir a toda costa que Andrés Manuel López Obrador gane cómodamente la elección del 2018.
Las muy buenas relaciones que ha sabido tejer con lo más selecto del peñismo, sus aliados en lo político y sus socios en la realización de jugosos negocios al amparo del poder, lo perfilan sin duda como una posibilidad real de encabezar la cruzada “anti-Peje”.
Con RMV como potencial opción ganadora, la impunidad del presidente y su “burbuja” está garantizada.
Sin embargo, no todo son cielos azules en el horizonte.
Uno de los grandes problemas que ha enfrentado el famoso “proyecto” es la falta de competitividad electoral que muestra Moreno Valle en todas las encuestas publicadas rumbo al 2018.
Paradójicamente, éste era uno de los temas que se daban por zanjados en el presupuesto original.
Confiando en los aceptables niveles de popularidad con los que ha gobernado hasta el momento, acompañado de una ambiciosa y millonaria estrategia de posicionamiento y presencia en medios nacionales, se daba por hecho que a estas alturas, Rafael tendría que estar peleando con Margarita Zavala en popularidad e intención de voto al interior de Acción Nacional y por arriba del líder del partido, Ricardo Anaya.
No ha sido así.
Los números demuestran modestos avances y existen dudas justificadas sobre si RMV es la opción más rentable en lo electoral para derrotar a López Obrador.
Es evidente que falta todavía para el momento de la decisión.
Que la dinámica que ha adoptado la surrealista política mexicana en los últimos años aniquiló para siempre los “escenarios imposibles”.
Factores como la delicada realidad social que se vive actualmente por la crisis económica, favorecen el alcance de pactos al más alto nivel, los que los ciudadanos comunes no podemos siquiera imaginar.
El gobernador de Puebla va con todo por la candidatura; así lo ha declarado y sus acciones han ido de acuerdo a lo anterior.
Es más, su sexto y último informe de gobierno debe ser considerado ya como un acto oficial de precampaña.
Su discurso, el escenario y la lógica de operación perfilan el evento como un adelanto de la plataforma en la que basará el sueño presidencial.
¿Le alcanzará?
¿Se le alinearán los astros, otra vez?
