Por Jesús Manuel Hernández
A eso que llaman la “clase política” de Puebla le ha crecido en demasía la nariz. Por todos los rumbos se muestran incongruencias y falsedades.
En Casa Puebla se niega que hayan invertido en la confección a la medida de la canción compuesta por Juan Gabriel para enaltecer a la Puebla “diferente”, un hecho que por sí sólo se manifiesta, se comprueba con el apoyo en videos de los promocionales turísticos de la entidad que aparecen en el video.
El título lo dice todo: “A mi Puebla, mírenla”, seguramente inspirado en alguna recomendación de Marcelo al Juanga, en un recurso extraordinario por colarse a la final del 2018.
Y qué decir del PRI. A cuál de ellos creerle.
¿Al que criticó los créditos ocultos y luego calificó, aceptó, las cuentas públicas del gobierno morenovallista?
¿Al que al inicio del gobierno avaló, votó por la Ley Bala y ahora regala papel del baño a los damnificados del huracán en la sierra Norte?
¿Al que pide perdón y busca responsables pero va a la misma sastrería del gobernador?
A quién creerle en esta desvencijada realidad política angelopolitana, donde como dijera el tango:
“Si uno vive en la impostura y otro roba en su ambición, da lo mismo que sea cura, colchonero, rey de bastos, caradura o polizón.
“¡Pero que falta de respeto, qué atropello a la razón! ¡Cualquiera es un señor, cualquiera es un ladrón! Mezclaos con Stavisky van don Bosco y la Mignon, don Chicho y Napoleón, Carnera y San Martín. Igual que en la vidriera irrespetuosa de los cambalaches se ha mezclao la vida, y herida por un sable sin remache ves llorar la Biblia contra un calefón…”
La política poblana pasa por uno de sus peores momentos, no hay liderazgos naturales, y los impuestos están desprestigiados. El político busca enriquecerse, no le importa cómo, el cinismo se ha convertido en su fe.
Las campañas no son sólo para ganar puestos, también para ganar dinero, lo de menos es con qué partido, al fin y al cabo, como dice el tango Cambalache: “Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor, ignorante, sabio, chorro, generoso, estafador. ¡Todo es igual, nada es mejor, lo mismo un burro que un gran profesor!
O por lo menos así me lo parece.