La corrupción se renueva, se reinventa, adquiere nuevas formas y sigue diferentes métodos y estrategias para burlar los débiles candados internos que aplican las distintas dependencias oficiales para intentar por lo menos parecer congruentes con su discurso de supuesto combate frontal a este cáncer maligno que parece no tener cura.
Una de las instancias más creativas en este ramo es sin duda la Dirección de Tránsito municipal de la capital.
Muy atrás parece haber quedado la burda maniobra de cooperar para el “chesco” cuando un automovilista es sorprendido violando flagrantemente el reglamento vial.
Hoy parece haber también una mayor conciencia para denunciar los abusos, que también los hay, y los intentos de extorsión cuando de plano no existe culpabilidad ciudadana.
En este contexto, el nuevo modelo de corrupción institucional consiste en levantar la infracción correspondiente y hacerla perdidiza al momento de darle el trámite correspondiente, por supuesto, previo arreglo económico de las partes.
La clave para que todas las instancias involucradas sigan al pie de la letra el procedimiento es poner al reverso de la infracción la leyenda “Recibí por orden del Comandante Platino 9”, código interno con el que se identifica al mismísimo Manuel Alonso, Director de la corporación.
Para no despertar dudas se procede después a presentar una constancia de hechos ante cualquier agencia del Ministerio Público y así el infractor en cuestión queda legalmente exonerado ya que en la constancia referida se asegura que las infracciones extraviadas no han sido llenadas..
Como ejemplo de lo anterior está la infracción No. 41522 D levantada al motociclista Francisco Javier Garita López, con licencia de conducir 7823375, el 28 de septiembre de 2008.
¿La razón?
No respetar la luz roja del semáforo.
El procedimiento lo llevó a cabo el oficial 608 de la corporación, M. Hapanes Garay quien incluyó al reverso la leyenda referida.
Unos días después, el 18 de octubre, se presentó ante el MP el agente José Ignacio Pérez Carranza a para levantar la Constancia de Hechos 159794 por la pérdida de las boletas de infracción “sin ser llenadas” 41504 D, 41552 D, y del 41533 D al 41550 D.
De una vez, en paquete.
Sobra decir que no es común que se pierdan tantas boletas y de manera tan frecuente sin que esta situación atípica provoque que se inicie una investigación seria al respecto. Constancias de hechos como esta se cuentan por decenas y que esta maniobra se ha convertido en una fuente de ingresos muy lucrativa para quienes están al frente de la corporación.
¿Se atreverán a negarlo?
Diría el ya clásico: qué puercos, qué cochinos, qué marranos.
MÁS DE LAS CASAS UDLA
Vaya que generó polémica la entrega de ayer en torno al proyecto de comercialización de las casas y terrenos que forman parte de la zona residencial de la Universidad de las Américas.
Como en pocos temas, en este se dio una auténtica polarización de opiniones, la mayoría apoyadas en razonamientos muy interesantes.
Por ejemplo, quienes se manifestaron a favor de la medida tomada por el rector Derbez apelaban al concepto de propiedad privada y por consiguiente, al legítimo derecho que tienen las autoridades universitarias de hacer y deshacer en consecuencia.
Sobra decir que en estricto sentido este argumento es prácticamente irrefutable, pero si analiza el contexto general de cómo se ha manejado y utilizado a conveniencia el tema de la entrega de casas a los docentes de la institución, resulta en los hechos por lo menos engañoso.
Y es que, por décadas, la posibilidad de aspirar a una de estas viviendas fue utilizado como argumento para justificar el pago de salarios por debajo de la media a académicos que vivían esperanzados en acceder a un mejor nivel de vida y que engrosaron por años aquellas larguísimas listas de espera que se manejaron siempre de acuerdo con los intereses del grupo de poder en turno
La prestación se supone desapareció hace una década, peor en ese tiempo, se siguió contratando a docentes a bajo sueldo y con la promesa de compensarlos con una prestación inexistente.
Asqueroso ¿no?
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