Por: Valentín Varillas
Nada, absolutamente nada aporta a la gobernabilidad del estado, el encargado de la Secretaría General de Gobierno, Diódoro Carrasco.
No sabe y ni le ha interesado siquiera involucrarse en la realidad poblana, en quiénes integran, dónde operan y la dinámica con la que se mueven los distintos grupos que pueden ser considerados como “peligrosos” para la paz social y el adecuado funcionamiento de las instituciones públicas.
En pocas palabras: no hace su chamba.
Tal parece que su nombramiento -en los primeros días de enero de este año- fue tan solo de relumbrón.
Que se hizo con la intención de vender que al gabinete de Rafael Moreno Valle se estaban integrando figuras de “primer nivel” de la política nacional en el último año de su gobierno, como muestra de confianza al desempeño del mandatario y en apoyo a un proyecto a futuro que pasaría por la candidatura presidencial.
Diódoro fue tentado por los “headhunters” del morenovallismo por sus magníficas relaciones en las grandes ligas de la grilla mexicana.
Me cuentan que su designación le ha abierto puertas al gobernador de Puebla, algunas que hasta hace muy poco tiempo parecían cerradas herméticamente para él.
Es decir, el oaxaqueño ha sido en los hechos un publirrelacionista más y no el jefe del gabinete estatal.
¿Por qué entonces darle el nombramiento?
La lógica indica que por un asunto de currículum.
Para Carrasco Altamirano, a estas alturas de su carrera política, le resulta atractivo el ocupar la que, en teoría, tendría que ser la cartera más importante en el equipo de un gobernador etiquetado como “presidenciable”.
Por lo que pudiera ofrecerse en el futuro.
Si esta personaje es un auténtico adorno en la Secretaría General de Gobierno: ¿Quién hace la chamba real?
¿Quién opera?
¿Quién negocia?
¿Quién amarra?
El que funge realmente como titular de la SGG es Luis Arturo Cornejo Alatorre, subsecretario de Gobierno.
El morelense fue traído a Puebla por Luis Maldonado Venegas para desempeñarse como su asesor, cuando estaba al frente de la SEP.
En abril de 2013 fue nombrado como subsecretario de Asuntos Políticos y Protección Civil de la SGG, cuando Maldonado pasó a “encabezar” esa secretaría.
Desde su llegada a esta dependencia, Cornejo Alatorre se propuso conocer a fondo la realidad política del estado, sus protagonistas y dinámica, hasta tener muy clara la radiografía.
Un personaje que fue fundamental para que lograra su objetivo fue Juan Cesín Musi, quien al mismo tiempo recibió el cargo de Director General de Gobierno.
El expriista -experto operador político- le dio las bases necesarias para que Cornejo tomara las riendas del trabajo político real del estado.
Y es que, a medida que abarcaba cada vez más responsabilidades, Luis Maldonado se iba desentendiendo de las suyas.
El pretexto: haber recibido la encomienda del gobernador de defender sus intereses en el PRD, en aras de amarrar la fallida coalición para enfrentar la elección 2016 y perfilar alianzas para el proyecto presidencial de quien en algún momento llegó a ser su jefe y amigo.
Hoy no lo es más.
La chamba de Cornejo se hizo todavía más intensa en marzo del año pasado, cuando Maldonado dejó la secretaría para integrar la lista de candidatos a una diputación federal por la vía plurinominal por el Sol Azteca.
Con Jorge Benito Cruz como titular, nada cambió para bien.
El fatal destino del titular de protocolo, que da lo mismo si está o no está, que sólo va a eventos oficiales y firma documentos, se agudizó por un lapso de 10 meses y permanece hasta la fecha con toda contundencia .
Vaya injusticia.
Y es que, a pesar de merecerlo con creces, jamás aparecerá en los antecedentes oficiales de Luis Arturo Cornejo Alatorre, que fungió realmente como jefe de gabinete en la segunda mitad del sexenio de Rafael Moreno Valle.