Por: Valentín Varillas
Primero en la selección del candidato en Puebla y después en el diseño de la estrategia electoral para enfrentar el proceso local de junio, los estrategas priistas vieron como un importante “plus” a su favor el sacar provecho de la condición de mujer de Blanca Alcalá.
En el papel, el tema del género arrojaba importantes “positivos” a la abanderada tricolor y en parte la blindaba de los ataques personales con los que sazonaría la guerra sucia en su contra.
Por eso, el supuesto relanzamiento de la campaña de Alcalá tuvo como eje central el tema de la violencia recurrente de la que son víctimas las mujeres en México y de manera particular la complicada realidad que se vive en Puebla en materia de feminicidios.
Los eventos del fin de semana, planeados en torno a la movilización nacional contra las violencias machistas, han sido hasta el momento los de mayor impacto en la campaña de la priista.
El CEN de ese partido, consciente del potencial, ahora sí arropó como debía a su candidata.
Desde el viernes se llevaron a cabo diversos eventos que contaron con la presencia de Carolina Monroy, la Secretaria General.
El sábado, el tlatoani del priismo, Manlio Fabio Beltrones, dejó a un lado la tibieza mostrada en su primera visita de campaña a Puebla y, en un evento con priistas, destacó las penosas condiciones de “violencia extrema” que existen en contra de las mujeres en la entidad, destacando de paso la monumental incapacidad mostrada por el actual gobierno del estado para contener estos delitos.
La cereza del pastel fue la promesa hecha por el líder nacional de que habrá “contención” de feminicidios si Alcalá resulta gobernadora.
En el discurso, fue congruente con la estrategia diseñada al resaltar la condición de mujer como una ventaja de gobierno:
“Las mujeres se muestran unidas frente a quien las entiende. Les preocupan los feminicidios. Ni una mujer más asesinada sin castigo. Eso es lo que propone Blanca”.
El priismo está consciente de que se trata de un tema espinoso para Tony Gali, el candidato del PAN.
En su promesa de continuidad del actual gobierno, viene implícita la sentencia de que si gana, habrá la misma indiferencia oficial mostrada hasta el momento en el tema.
Gali no puede prometer cambios radicales porque aquí, como en otros aspectos, está simplemente maniatado.
El panista, si es gobernador, está condenado a mantener en el cargo al Fiscal del estado, Víctor Carrancá, quien ha minimizado hasta la saciedad el tema de los asesinatos de mujeres en Puebla.
Ha escatimado en el discurso –rayando en ocasiones en lo ridículo- el utilizar la palabra “feminicidio” para referirse a casos específicos que reúnen las condiciones para ser etiquetados como tales.
Su penoso actuar ha sido motivo de preocupación de reconocidos investigadores y académicos, especialistas en el tema de violencia de género, quienes consideran alarmante la pasividad mostrada por el gobierno de Rafael Moreno Valle.
¿Y el Congreso?
Los actuales legisladores –que coexistirán con el próximo gobernador– se han negado de manera inexplicable a darle forma a una alerta de género en la entidad que sirviera para generar conciencia social y condiciones para prevenir que menos mujeres mueran violentamente en Puebla.
Es un tema que los asesores panistas han recomendado evitar a toda costa, por las implicaciones negativas que seguramente tendrá para su candidato.
Juran los priistas que a partir del sábado, las cosas cambiarán en definitiva para su candidata al gobierno de Puebla.
Prometen que se acabaron las pifias, que están perfectamente detectados los traidores y que ahora sí, todo será diferente.
Más allá de los generosos autoelogios y los buenos deseos, lo que se vio por fin fueron a las figuras de mayor peso en el organigrama priista volcarse a arropar a Blanca Alcalá.
Le comentaba hace apenas unos días que las cosas no estaban saliendo bien en Oaxaca y que ante la inminente pérdida de Veracruz, Puebla se revaloraba en el presupuesto electoral del PRI.
Si en política la forma es fondo, los eventos del fin de semana parecen confirmar lo anterior.