Por: Jesús Manuel Hernández
Se cumplieron 25 años de la Procesión del Viernes Santo en Puebla, una tradición antigua puesta en valor gracias a organizadores con un común denominador, donde Eduardo Merlo, el arzobispo Rosendo Huesca y la UPAEP como institución, han puesto gran empeño.
Este año hubo dos sorpresas mayúsculas. Una, se rebasaron los 150 mil asistentes, se calcula que fueron 160 mil personas cuya devoción, fe y religiosidad les dio fuerza para mantenerse en la procesión al lado de su obispo, don Víctor Sánchez.
La otra sorpresa fue la presencia del presidente municipal interino, Luis Banck Serrato, quien si bien estudió en la Ibero, con los jesuitas, hasta ahora no había dado muestra pública, y según algunos tampoco privada, de su creencia religiosa. Más bien todo lo contrario.
Para nadie debe pasar inadvertida su militancia al lado del ex gobernador Guillermo Jiménez Morales, Luis Maldonado Venegas y Manuel Jiménez Guzmán en el Supremo Consejo de México del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, tal cual se puede demostrar con las fotografías del acto donde la masonería mexicana recordó a Luis Donaldo Colosio a 20 años de su asesinato.
Colosio fue iniciado por Jiménez Guzmán a la masonería, según su propia versión, y en la tenida oficial participó activamente Maldonado Venegas presentando las cartas inéditas del candidato. Uno de los grupos colosistas era el de Luis Maldonado donde militan Luis Banck y Fernando Solís Cámara, entre otros connotados morenovallistas.
La vida privada de los políticos deja de serlo cuando desempeñan una función pública. Eduardo Rivera, católico practicante fue respetuoso de esta procesión, pero no asistió nunca siendo Presidente Municipal, de los anteriores, sólo Mario Marín corrió con el estandarte de la Virgen de Guadalupe en New York.
Pero ahora apareció Banck junto al arzobispo, el rector de la UPAEP y Eduardo Merlo. Lo vieron en el recorrido menos de las 160 mil personas, aunque nunca expresó ningún acto de fe, fue respetuoso de la procesión y de las palabras y estaciones del recorrido, aún así en una de ellas, la del Templo de Guadalupe, aparecieron sus padres y fueron subidos al estrado ante el extrañamiento de los organizadores.
¿Por qué Luis Banck fue a la procesión, cómo es que se le incluyó? Se preguntaron muchos.
Al margen de que la Gerencia del Centro Histórico haya gestionado la obtención de un pase especial y haber recomendado poner al frente a Banck, su presencia tiene otras repercusiones y no del tema del Estado laico que algunos consideran fue violado.
El verdadero sentido de la presencia de Luis Banck bien pudiera estar situado entre que nadie lo conoce y este fue su desfile de presentación a los poblanos, y las noticias llegadas al cuarto de guerra de Tony Gali sobre las preocupantes cifras de aceptación.
Para nadie es desconocido que el jefe político de la campaña de Gali en Puebla es Banck y que si algo sale mal, será su culpa, por tanto, parece que los asesores han reflexionado sabiamente en meterlo en la médula del hueso del catolicismo poblano para demostrar que es más que panista, “católico” y quiere el bien común para los poblanos.
Pero, los poblanos no se tragaron el platillo de esta vigilia de Viernes Santo, ni el ayuno les hizo aceptar tal oferta.
Desde hace algunas semanas se viene gestando el acercamiento de Banck con los directivos y patronos de la UPAEP. Han actuado con celeridad las familias Rodríguez Regordosa y Montiel Solana, unidas por un objetivo común: garantizar la continuidad de Pablito Rodríguez Regordosa en el grupo político, como carta fuerte para la sucesión de Banck en 2018. Ambas familias han unido intereses económicos para traspasar los favores sexenales iniciados con el trabajo a favor de Moreno Valle hace seis años.
Pero ellos no fueron los gestores de la presencia de Banck en la Precesión del Viernes Santo, nada de eso; pero sí los beneficiarios ante sus seguidores o críticos, pues el presidente interino dio una muestra complaciente a la derecha, algo muy explotable en estos momentos cuando los intereses se unen mas que en un sentido “devoto”, “por el voto”.
Un triunfo del morenovallismo bien vale una Procesión de Fe, diría el clásico. Y un porvenir productivo en los negocios familiares también.
O por lo menos así me lo parece.