Por: Jesús Manuel Hernández
No ha sido fácil para Blanca Alcalá el inicio de su encomienda. Si bien siente el “apoyo de México”, los resultados prácticos no son satisfactorios y eso genera incertidumbre dentro y fuera.
Si tan sólo fuera la confrontación con Lydia Cacho, todo se resumiría a un cuestionamiento.
Pero no quedó ahí, fotografías de sus movimientos en tierra y aire, filtraciones de las conversaciones entre la gente que tiene, tuvo o tendrá responsabilidades, le han horadado el arranque.
Además, se ve que esta operación de soltar los demonios contra Blanca tenga su raíz en asuntos totalmente ajenos a ella. Y no me refiero al caso del exgobernador impresentable, también a las acusaciones en tribunales de un diputado federal contra el director de un medio de comunicación, curiosamente donde se han ventilado los hechos.
Se antojaba el apaciguamiento de las aguas y no fue así, el presunto alejamiento de Alejandro Armenta a la supuesta coordinación de campaña, fue soltada el mismo día que Alcalá visitaba Izúcar de Matamoros, territorio donde el diputado federal Jorge Estefan Chidiac opera a favor del PRI.
La tarde del sábado Manlio Fabio Beltrones declaró a la prensa que su partido no había negociado Puebla, en cierta manera defendió a Blanca Alcalá y le refrendó el apoyo. El diario de mayor circulación en la entidad le dio un espacio a un lado de la nota principal dedicada al crecimiento de la obesidad.
Y la última sorpresa, la filtración del discurso ante la asamblea horas antes, deja bastante claro que el círculo más cercano no es de total confianza, y eso hace predecir que si asuntos como estos trascienden qué pasará con otros temas internos cuando ya esté en campaña.
Los demonios andan sueltos y no precisamente los del Edén, más bien los incrustados en la angelical ciudad de Puebla.
O por lo menos así me lo parece.