25-11-2024 12:00:30 PM

¿Psicópatas o políticos?

Los partidos políticos definen en este momento los perfiles de quienes se integrarán a su oferta política de cara a los comicios federales de julio próximo.

Más allá de que, de acuerdo con su meritocracia interna, sus amarres particulares y sus muy diversos intereses, estos partidos consideren a sus próximos candidatos como los “ideales” para llegar a ocupar una curul en la cámara baja del legislativo federal, ¿se ha puesto a pensar si desde el punto de vista de la psicología clínica son estas mujeres y hombres realmente los idóneos para desempeñar una responsabilidad en el servicio público?

¿Son realmente quienes pueden generar mejores respuestas para la problemática actual del país?

¿Vocación de servicio o ansias de poder?

Y es que, aunque usted no lo crea, existen similitudes aterradoras entre los perfiles de quienes han sido catalogados clínicamente como psicópatas y los políticos latinoamericanos.

Un agudo lector de este espacio envió a quien esto escribe la liga ethosvirtual.blogspot.com, en donde se publica una entrevista realizada por la reportera Laura Di Marco al Dr.Hugo Marietan para el diario argentino La Nación.

Marietan es uno de los especialistas más reconocidos en el continente en lo que al estudio del comportamiento de los psicópatas se refiere y quien a través de sus estudios ha encontrado similitudes irrefutables entre ellos y quienes se dedican a la actividad política.

A continuación trascribo la parte medular de esta entrevista en el entendido de que cualquier coincidencia con la realidad local no es mera coincidencia:

“-¿Cómo distinguir un político psicópata del que no lo es?”

“-Una característica básica del psicópata es que es un mentiroso, pero no es un mentiroso cualquiera. Es un artista. Miente con la palabra, pero también con el cuerpo. Actúa. Puede, incluso, fingir sensibilidad. Uno le cree una y otra vez, porque es muy convincente. Un dirigente común sabe que tiene que cumplir su función durante un tiempo determinado. Y, cumplida su misión, se va. Al psicópata, en cambio, una vez que está arriba, no lo saca nadie: quiere estar una vez, dos veces, tres veces. No larga el poder, y mucho menos lo delega. Otra característica es la manipulación que hace de la gente. Alrededor del dirigente psicópata se mueven obsecuentes, gente que, bajo su efecto persuasivo, es capaz de hacer cosas que de otro modo no haría”.

“-¿Como bajo el efecto de un hechizo, dice usted?”

“-Son gente subyugada, sí, e incluso puede ser de alto nivel intelectual. Este tipo de líderes no toman a los ciudadanos como personas con derechos: los toman como cosas. Porque el psicópata siempre trabaja para sí mismo, aunque en su discurso diga todo lo contrario. La gente es un mero instrumento. Carece de la habilidad emocional de la empatía, que es la capacidad de cualquier persona normal de ponerse en el lugar del otro. Las “cosas”, para el líder político con estas características, tienen que estar a su servicio: personas, dinero, la famosa caja, para comprar voluntades. Utilizan el dinero como un elemento de presión, porque usan la coerción. La pregunta del accionar psicopático típico es: ¿cómo doblego la voluntad del otro? ¿Con un cargo, con un plan, con un subsidio? ¿Cómo divido?”

“-¿El líder psicópata sabe que trabaja para él o cree realmente luchar por una causa superior?”

“-Es muy difícil entrar en su cabeza. Tienen una lógica muy distinta. Sin embargo, lo crea o no, la bandera que utiliza siempre es suprapersonal, más allá, incluso, de este momento. Esto se ve bastante, también, en líderes religiosos psicópatas, que apelan a la salvación del más allá. Otras banderas pueden ser la apelación al hombre nuevo, el proyecto nacional, la liberación, la raza superior, la Nación, la patria. El psicópata siempre necesita buscar un enemigo, para aglutinar. Y, por supuesto, nunca va a decir: “Vamos a trabajar para mí””.

“-¿Qué sucede con este tipo de políticos en períodos normales, sin crisis agudas?”

“- Bueno, ahí viene el problema, porque el psicópata no se adapta a la tranquilidad. El necesita la crisis. Ser reconocido como salvador. En la paz, él no tiene papel. No la soporta. Por eso las sociedades lideradas por políticos de estas características viven de crisis en crisis.”

“-¿Y este líder no puede cambiar? ¿Aprende de sus errores?”

“-No. Siempre es igual a sí mismo: la psicopatía es una estructura que no cambia.”

“-Hasta ahora, los está pintando como seres indestructibles, pero algún talón de Aquiles deben tener. ¿Cuál es ese punto débil?”

“-La frustración de sus planes. Cuando apuestan por un proyecto, ponen todo en él y no les sale. Ahí, el psicópata se desorganiza y empieza a hacer pavadas. Es una personalidad controladora. Por eso en el momento de la frustración puede tener actitudes absolutamente toscas, torpes. Y en este punto, la gente ve que hace macanas, una detrás de otra, y empieza a quebrarse esa unidad, que consiguió con su persuasión.”

“-Usted dice que se aferran al poder y que es muy difícil sacarlos. ¿Alguna sugerencia?”

“-Bueno, hacen falta un montón de líderes de los comunes, normales, o bien otro psicópata pesado que se le contraponga. Entre muchos logran sacar al dirigente psicópata, o, al menos, reducir su poder. Otra cosa es aprender a no elegirlos. El psicópata necesita desestabilizar siempre las cosas, aquí y allá. Por eso necesita fabricar crisis. Si uno va entendiendo cómo es su mecanismo, los puede distinguir y votar por otros líderes, que pueden ser muy carismáticos, incluso, pero no psicopáticos.”

latempestad@statuspuebla.com.mx

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