A dos escenarios le apuesta su futuro político el oaxaqueño Jorge Estefan Chidiac, actual diputado presidente de la Comisión de Hacienda de la cámara baja del legislativo federal.
Curiosamente, y a pesar de lo que la mayoría piensa, ninguno de ellos tiene como objetivo el convertirse en el candidato del PRI al gobierno del estado en el 2010.
Eso no quiere decir, por supuesto, que no intente tener una influencia importante en el proceso de sucesión, pero tampoco implica que necesariamente vaya a pugnar porque él sea el ungido.
El sueño más húmedo de Estefan combina dos escenarios para los que ya trabaja minuciosamente: perfilar a Blanca Alcalá como candidata al gobierno estatal y continuar cabildeando en las “grandes ligas” de la política para ser integrado al equipo de priistas que buscan consolidar el proyecto político personal del actual gobernador del estado de México, Enrique Peña Nieto.
Para el segundo de estos proyectos, trabaja todos los días fortaleciendo sus amarres con los grupos que hoy controlan el priismo nacional, manteniendo una presencia constante en los medios de comunicación y no perdiendo la oportunidad para deslizar velados espaldarazos a las políticas públicas implementadas por el gobierno de Felipe Calderón por aquello de las malditas dudas.
El primero de estos escenarios es el que se complica terriblemente.
Y es que el apoyo absoluto que le ha dado a la presidenta municipal de la capital, en la coyuntura política que vive Puebla actualmente, termina siendo un pesado lastre para el día a día de Blanca Alcalá
Hoy como nunca, el diputado ha hecho todo lo posible por dejar bien clara la relación de cercanía, amistad y complicidad que tiene con la alcaldesa, sin importarle que en el proceso haya violado algunos postulados básicos de la cortesía y la operación política eficiente, algo francamente imperdonable para alguien con su experiencia y talento.
Estefan cabildea recursos para Blanca, se pasea con Blanca, sale de gira con Blanca, se toma la foto con Blanca, lleva inclusive a Blanca a la cámara de diputados federal en donde se roza con la crema y nata de la política nacional y ahí la vende como una lumbrera, como una mujer “mucho más inteligente que algunos gobernadores”, sin darse cuenta que, todo esto, pone a su delfín (o sirena en este caso) en una situación de extrema vulnerabilidad.
Y es que, sin querer queriendo, el oaxaqueño mete a la presidenta aun desgaste no sólo muy intenso por la forma en la cual se suda esta sucesión adelantada que se vive en Puebla, sino terriblemente largo por el tiempo que falta para el momento de las definiciones.
Al colgarle la etiqueta de “aspirante”, el diputado convierte a la presidenta en un blanco fácil de madrizas políticas y mediáticas orquestadas por quienes se sienten con los tamaños de suceder a Mario Marín, cuando su verdadero problema es tratar de hacer un papel aunque sea medianamente decoroso al frente de una administración que presenta todavía números rojos en lo que a la relación promesas de campaña y acciones de gobierno se refiere.
Innecesario ¿no cree?
Además, todo esto tiene como consecuencia natural la pérdida de credibilidad del discurso de Alcalá en el sentido de no tener aspiraciones políticas futuras.
Al hacerle el flaco favor de subirla al ring de la sucesión, la alcaldesa ya compite desde ahora por la nominación con toda intención y ya no puede ser considerada más como una víctima de su circunstancia política.
Por cierto, Blanca ya resiente las de todo esto.
Desde hace semanas siente ya en carne propia el frío de la congeladora en su trato con instancias del gobierno estatal y sufre de un marcaje personal que sigue de cerca sus actividades particulares y mide con una precisión de cirujano sus apariciones en los medios de comunicación.
Sí, gracias a los buenos oficios del diputado Estefan, hoy para el marinismo Blanca se ha convertido en lo que nunca había sido: una auténtica amenaza.
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