Siendo el semillero de grandes eminencias médicas, la escuela de Medicina de la máxima casa de estudios padece de un severo déficit de infraestructura, una sobresaturación de estudiantes y la falta de maestros.
Estudiantes de la facultad han mostrado su molestia porque consideran que no es posible que una escuela como la suya no tenga una biblioteca digna en donde puedan consultar bibliografía.
Si bien cuentan con el material didáctico, carecen de un lugar digno, por lo que tienen que recurrir al préstamo de los libros, lo que ocasiona una sobredemanda de los mismos, toda vez que no son devueltos a tiempo, o en el peor de los casos, no vuelven a aparecer.
Otra de las molestias que más prevalece es la falta de laboratorios suficientes para poder hacer prácticas, pues el rezago en dicha materia es tal, que alumnos de los primeros semestres no pueden cursarla normalmente debido a que las escasas aulas son ocupadas por estudiantes que no pudieron acreditar la materia en el periodo correspondiente.
La principal queja radica en la falta de salones.
Si bien la universidad ha puesto en marcha la construcción de una nueva torre de aulas, incluida la nueva biblioteca; lo cierto es que estas obras llevan casi un año de retraso y no se ven avances sustanciales en la edificación.
Esto, aunado a la sobresaturada matrícula que existe en la facultad, hace que un gran número de alumnos se quede sin tomar las clases correspondientes por la falta de espacios. Esto ha provocado que entre los propios maestros y alumnos se haya establecido un sistema de división de horas clase: un día toma lecciones la mitad del grupo y otro día, la mitad restante.
Por supuesto, esto provoca que los maestros tengan que atrasar sus programas de estudio y que los alumnos tengan que hacer modificaciones a sus horarios de trabajo. Es por ello que la tasa de clases tomadas por alumno haya disminuido y que muchos prefieran recurrir a las asignaturas en verano, para poder cumplir con las horas establecidas.
La queja de los alumnos, en los primeros semestres sobre todo, se extiende también a la capacidad que muestran algunos de sus maestros. Es de todos conocido que los problemas en la facultad han provocado la deserción de docentes, por lo que estudiantes de los últimos semestres han sido habilitados como profesores para los de nuevo ingreso.
La facultad no ha estado exenta del entorno político que se vive en la entidad.
Alumnos confirmaron que durante la crisis de Chalchihuapan, fueron “conminados” por sus directores para abstenerse de participar en marchas y mítines de apoyo a los damnificados y de repudio contra las autoridades.
En contraparte, cuando se llevaron a cabo marchas de apoyo a los estudiantes de Ayotzinapa y en contra del presdiente Enrique Peña Nieto, fueron incentivados a participar a cambio de puntos extras y algunos otros bonos.
A decir de muchos de los inconformes, hay una campaña de hostigamiento en contra del uso de las redes sociales para extenar su molestia por la situación que viven al interior del edificio de la 13 sur y 31 poniente.
Esta situación se replica en otras facultades de la BUAP y son muchos los alumnos que se someten a los lineamientos, so pena de que sean reprobados o dados de baja con pretextos tan absurdos como “atentar en contra de los principios de la universidad”.
Y en Derecho…