A finales de año, difícilmente la economía poblana estará entre las primeras diez con buenos resultados.
Está visto que la construcción de diversas vialidades -principalmente en la capital poblana- o el aparente impulso a unidades de salud en el interior del estado y la ejecución de otra obra pública no han tenido el impacto esperado, puesto que a tres años de estar en funciones la actual administración lleva año y medio con una economía alicaída.
Si el primer año de este gobierno la entidad poblana reportó un notorio crecimiento superior al 6.0 por ciento, fue determinado por la actividad industrial, y en particular por el sector automotriz y de autopartes; que repercutió en el sector terciario (comercio y servicios) al disparar las inversiones y el consumo.
Si bien es cierto que el retraso socioeconómico del estado data de hace varias décadas, también lo es que poco o nada se ha hecho por incidir para diversificar la economía local, y mucho menos en impulsarla en diversas áreas.
El primer trimestre de este año la economía de Puebla reportó un decremento del 0.4 por ciento, y el inicio del segundo trimestre tampoco presenta cifras alentadoras.
Tan solo la industria en abril reportó una caída de 8.7, con lo que suma once meses consecutivos con saldo negativo. Puebla es el segundo estado (después del DF) con caída del segundo secundario (industria y minería), le siguen Campeche con 9 meses, estado de México 8 y Veracruz con 7 meses seguidos con saldo negativo.
Mientras que los otros dos sectores, agropecuario y el de comercio y servicios presentan altibajos en el mismo periodo.
En esta situación inciden factores externos e internos.
Por una parte la lenta recuperación de Estados Unidos y Europa; por otra, las medidas impositivas (federales y estatales) que repercutieron negativamente no sólo las empresas sino también en el bolsillo de los habitantes.
La federación no fue la única que modificó su política fiscal sino también el estado, con el incremento del 50% del Impuesto Sobre la Nómina.
Aumentar los impuestos inhibió la inversión y la actividad de los sectores productivos; de ahí la poca inversión privada y el bajo número de empleos creados en últimos meses.
Si a lo anterior se le suma que en el sector de la construcción, concretamente, la obra está asignada a empresas foráneas, en consecuencia se han perdido cientos de empleos, no hay suficiente derrama económica en otros sectores y mucho menos entre la población.
La prueba está que no se ven los miles de millones de pesos en obra pública, y que tampoco las actividades responden como antaño.
Hay entidades similares a Puebla como Guanajuato (con elevada presencia del sector automotriz) reporta crecimiento sostenido en el último año, y tan sólo en abril de este 2014 la industria en esa entidad del Bajío creció 18.0 por ciento, la más alta del país para ese periodo.
Puebla reporta baja generación de empleo, menos inversión privada, en tanto que se incrementa el costo de los servicios públicos para una población con menos ingresos, que consume menos y con empleos de baja calidad.
Los indicadores Puebla son negativos hasta el segundo trimestre del año, algunos analistas estiman que muy poco podrán mejorar en la segunda mitad del año, así que podría cerrar con un crecimiento económico menor al estimado para el país, que ya está en 2.5 por ciento.
Este 2014 podría ser otro año de magros resultados económicos para Puebla, con una creciente población y demandante de una mejor calidad de vida.