Tres años después se le puede preguntar lo mismo al hoy gobernador: ¿Entre 5 millones y medio de poblanos, no encontró los perfiles idóneos para encabezar las dependencias que hoy lo tienen metido en una severa crisis, de la que ellos mismos no pueden sacarlo?
Evidentemente no.
Y no por la ausencia de talentos, sino por mero capricho y pago de facturas.
La ingobernabilidad que hoy se vive en la entidad deviene precisamente de la falta de identidad y de arraigo de los titulares de las principales dependencias de gobierno, quienes poco o nada conocen y entienden las necesidades de Puebla y los poblanos.
La Secretaría General de Gobierno está encabezada por Luis Maldonado, oriundo de Veracruz. Finanzas, Infraestructura, Desarrollo Social, Educación, Salud, Contraloría y la Procuraduría, por nacidos en el Distrito Federal.
La Secretaría de Seguridad Pública está a cargo de Facundo Rosas, que si bien nació en Puebla, toda su vida, carrera y trayectoria la realizó en la capital del pais.
La crisis en Chalchihuapan tuvo su génesis en la aprobación de una ley que lesionaba directamente a las más de 600 juntas auxiliares de todo el estado, la mayoría de ellas indígenas.
Solo alguien que no conoce y no tiene interés en conocer los usos y costumbres de los pueblos, los hábitos, los estilos de vida de las comunidades indígenas; podía pasar por alto que el diálogo y la negociación, el convencimiento por las buenas eran la carta de presentación, no el ninguneo y el garrote.
Los pueblos indígenas son clanes, se mueven en familia; en las manifestaciones y protestas tienen su único medio de hacerse presentes ante una autoridad que de plano les da la espalda. No se puede llegar ante ellos con los toletes desenvainados y el permiso para tirarles a matar, sin esperar respuesta.
Todo eso lo ignoraron Maldonado Venegas y Facundo Rosas, quienes se negaron a dialogar y a escuchar; quienes desde que llegaron a Puebla se han cerrado una y otra vez a conocer el pueblo al que gobiernan, sin identificar necesidades, sin ubicar a quienes son los líderes morales de sus propias comunidades, los únicos autorizados a hablar por ellos y los únicos con la autoridad para calmarlos.
No aprendieron de Antonio Gali y su famosa huída de San Miguel Canoa, ejemplo de la reacción de los pueblos ante decisiones unilaterales que los ignoran, que pretenden ser impuestas sin el concenso y la razón.
Decisiones polémicas como la nueva ley del agua, el retiro del cobro del predial a los municipios, la ley de expropiaciones, el cierre de los verificentros, el recorte a los salarios, el fracasado operativo Mochila; sólo han enardecido los ánimos de una sociedad poblana que aún con la modernidad de las obras magnas y el maquillaje de metrópoli de primer mundo, es compacta, tradicional, costumbrista.
Ahí radica el gran fracaso del gobierno de Rafael Moreno Valle, quien pese a ser poblano se ha desarraigado cultural y políticamente.
Ahí radica el gran fracaso de los funcionarios de su gabinete, que intentan promover ideas radicales, ajenas a la sociedad poblana, y que se irán de vuelta a sus estados de origen tan pronto termine la administración.
Hay un dicho que versa: “A donde fueres, haz lo que vieres”.
Se nota a leguas que nunca lo leyeron.