22-11-2024 08:44:27 AM

La conjura de Atlixco

elmapache

En esas reuniones de petit comité, le juran lealtad a su líder político y moral, quien preside las reuniones.

El mismo que hace unos meses dejó de estar en los reflectores.

Ahí, conjuran en contra de su jefe actual.

El mismo que tuvo que incluirlos en su planilla, pero que no cuenta ni con su lealtad ni con su obediencia.

Obviamente, a esos encuentros no acuden los compañeros de bancada afines a los intereses de la cúpula en el poder estatal ni los poquitos que sí son leales al que rige los destinos del municipio.

En esas reuniones, el lider político y moral dicta la línea que deben seguir en las sesiones de trabajo semanales, decide qué van a votar a favor y qué van a votar en contra, define cuáles propuestas serán apoyadas y en cuáles se opondrán o simplemente darán largas.

Dicen los que saben que de una de esas reuniones salió la orden, tajante, de dilatar hasta lo más posible y aprobar con reservas, la creación de una oficina captadora de fondos, la cual está a cargo del cloncito de un Senador.

Este asunto, más que político fue un desquite personal, por la forma en que una de las asistentes a estos encuentros fue humillada por el personaje, hace unos 3 años.

De ahí que pese a la orden del mandamás estatal y los esfuerzos de su peón impuesto como funcionario de primer nivel en la capital, se aprobó a medias la creación de la oficina: no a nivel de secretaría como se tenía previsto sino como una simple dirección, con un sueldo menor al anhelado.

Obvio, el cloncito hizo berrinche por el huesote que se le fue, acudió a ver al patrón para presentar formal queja, pero como tampoco la lleva bien con él, le dijeron que era eso o nada; corrió a lloriquearle al de más arriba y recibió igual respuesta, de ahí que se tuvo que conformar con su huesito.

Sigo con los conjurados.

Cuentan que en estas reuniones se transmite el mensaje de los históricos del clan, quienes les piden que no desistan, que no den su brazo a torcer, y que aprovechen los espacios para defender a los suyos, a los que se fueron, a los que sacaron y a los que aún siguen en la estructura.

El jefe ya ha tenido dos que tres desencuentros, porque nomás no lo pelan, y eso que a uno de ellos lo une la familia.

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