Y es que hoy no existe ninguna forma democrática, a través de la cual Madero gane en las urnas a Cordero. Las encuestas internas panistas indican que se amplía la ventaja del senador. Sólo un monumental fraude electoral con inyecciones de millones de pesos el “Día D” salvaría la causa.
Madero ha ido de traspié en traspié. Yerros y gazapos aderezan una campaña errática, donde no hace falta empujarlo, solito cae y en cada azotón se va quedando chimuelo.
Mi abuela siempre sabia lo decía: “mijo, lo que mal empieza, peor acaba”.
El arranque de la campaña con las alusiones al PRI de parte del alcalde de Puebla, Antonio Gali Fayad, el acarreo descarado de militantes y las acusaciones de corrupción hacia el círculo más cercano de Madero han sido la tónica.
El gobernador Rafael Moreno Valle tampoco atina a arropar a un candidato que va en caída libre: sus operadores no son panistas.
La que es blanquiazul, la diputada federal Blanca Jiménez, tiene que batallar con sus tweets para tratar de reportar la bitácora de la campaña maderista; pero su familia, toda, abiertamente apoya a Ernesto Cordero.
Los otros son panistas sin arraigo:
El mandatario mandó a Tlaxcala al ex consejero electoral, Víctor Cánovas, y no perdió sólo el cargo en el IEE, sino el decoro. Otros participantes son Ángel Trauwitz, Néstor Gordillo, Jorge Aguilar Chedraui, Eukid Castañón y reciente envió a Marcelo García Almaguer, quien ni panista es y menos conoce de la dinámica blanquiazul y su esquema de operación de redes sociales está muy desprestigiado.
Es sin duda una señal de que los focos rojos en la campaña maderista se han encendido.
Dos mil pesos por voto es la oferta que se hace a panistas para sumarse a la causa de Madero, quien con su declaración de que el PAN ha logrado más con el PRI en doce meses que en dos sexenios le puso un clavo más a su ataúd.
Pobre cabrón.
La guerra sucia viene, al igual que el debate.
Pero que Cordero no crea que su campaña ha repuntado, lo que en realidad ocurre es que Madero se desplomó.
