Sí, más allá de los evidentes fallos que se tienen en términos del servicio y la atención de los derechohabientes, que con urgencia hay que corregir, Reyes Coria tendrá que encontrar la fórmula para evitar convertirse, como lo fueron sus antecesores, en rehén de las poderosas mafias que controlan al IMSS poblano.
Esas cuyos capos se han enriquecido descaradamente por décadas y que ningún delegado ha podido o querido exterminar.
En los hechos, han tenido que pactar como estrategia de supervivencia, convirtiéndose en cómplices y socios de los beneficios de sus actividades ilícitas.
De entrada: la descarada venta de plazas, una auténtica institución al interior de la dependencia.
La representación sindical sigue determinando de manera absolutamente discrecional los criterios de contratación en prácticamente todas las áreas.
No importa la capacidad, ni la capacitación que el interesado tenga para desempeñar el cargo mientras se cumpla con la cuota de rigor para entrar y en ocasiones el cobro de una comisión mensual por el salario recibido.
¿Qué más da si auténticos improvisados se encargan de algo tan delicado como la atención médica de los “beneficiarios”?
De la mano de esta irregularidad está el fantasma de los aviadores.
Personal que no desempeña ninguna labor en la delegación pero “cobra” puntualmente su salario.
Este hecho, negado siempre desde el mentiroso discurso oficial, se repite con una frecuencia alarmante y los casos se cuentan por cientos en las diferentes clínicas y hospitales del Seguro.
Otra transa millonaria.
El robo de equipo médico, instrumental y medicinas en los almacenes ha llegado también a niveles épicos.
Quienes controlan el negocio, mismos capos y mafias se siguen enriqueciendo descaradamente a costa de la salud de los derechohabientes y de las condiciones de trabajo de quienes ahí laboran.
La joya de la corona, la auténtica cereza del pastel será revisar con lupa los criterios de asignación de contratos a empresas que venden productos o prestan servicios.
Los procesos están amañados para beneficiar amigos, compadres o empresarios que a cambio de la consabida comisión hacen jugosos negocios vendiendo a precios estratosféricos o construyendo infraestructura con un costo altísimo para los contribuyentes que financiamos al Instituto con el pago de nuestros impuestos.
Todos estos son modestos botones de muestra de cómo la corrupción ha infiltrado todos y cada uno de los ámbitos de operación de la delegación local del IMSS.
Profundizar en cada uno de ellos daría material suficiente para escribir un libro.
Lo grave es que nada de lo anterior es nuevo y quienes han llegado al cargo lo han sabido de sobra y han guardado un cómplice silencio.
Como que ya va siendo hora de un cambio radical.
El balón muy pronto, estará en la cancha del nuevo delegado.
¿Tienes el valor o te vale, Rolo?
A ver.
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