23-11-2024 02:47:11 AM

En serio, ¿las encuestas influyen en el elector?

alpie08

Si la publicación de encuestas de preferencia partidista influye o no en el votante, pues.

Y mi respuesta invariable es… marginalmente.

Porque aunque todo mundo cree y afirma que sí influyen, existen estudios internacionales que han cuestionado a miles de personas sobre si su decisión final de voto la tomaron después de enterarse de los resultados de una encuesta y la respuesta –invariable también- de la enorme mayoría es…no.

O sea, los encuestadores hemos preguntado a la gente sobre la influencia de las encuestas en su decisión de voto.

Yo mismo siempre hago el experimento en los auditorios a donde me invitan (algunos muy numerosos, de cientos de personas) y cuestiono al público sobre si piensan que las encuestas influyen o no en los electores. Una enorme mayoría levanta la mano para decir que sí. Acto seguido, pregunto quién de los asistentes tomó la decisión final de votar por alguien luego de observar los resultados de una encuesta. Y nadie levanta la mano.

Es una actitud que también se ha estudiado en forma cualitativa. Las personas tenemos la tendencia a pensar que otros se comportan de determinada manera, pero que nosotros en lo personal no.

El hecho es que está comprobado que las encuestas publicadas no influyen de manera determinante en los electores. Por varias razones que he expuesto aquí mismo desde hace mucho.

En primer lugar porque la enorme mayoría de personas en México (y Latinoamérica) no están interesadas en cuestiones políticas y mucho menos en temas que tienen que ver con números o estadísticas. En nuestro país, menos del 10% de la población reconoce que lee periódicos y en su mayoría solo para enterarse de notas deportivas, sociales o para consultar empleos. Por favor, nadie lee los editoriales y columnistas de los diarios (eso quisiéramos, pero no es así… los que leen esta colaboración son una minoría pequeñita de ciudadanos, varios de los cuales somos… columnistas). Y muchos menos se dedican a analizar los resultados de una encuesta… porque no les interesa la política y porque no entienden ni quieren saber de números.

Me encantaría que fuera al contrario pero no es así.

Probablemente las encuestas que se comentan en medios electrónicos tengan una mayor audiencia y televidentes… pero la verdad es que tampoco es el tema al que más pone atención la gente.

En segundo lugar porque –afortunadamente para los que nos dedicamos a esto profesionalmente- se han popularizado notablemente las encuestas, que efectivamente un poco más de gente (no la mayoría, insisto), aunque no las entienda del todo, ya sabe lo que son… y por desgracia también se ha creado toda una leyenda negra sobre ellas.

Que las encuestas son un invento de quien las hace, que quien paga la encuesta y se publica siempre va ganando, que realmente no se hacen (todavía muchos conocidos míos, con nivel universitario, me reclaman que a “ellos nunca los han encuestado”), que son manipuladas para favorecer a alguien…

Por supuesto todos estos mitos sobre el quehacer demoscópico son falsos (como todo mito), pero mucha gente ha terminado por creerlos. Y con ello se desprestigia una labor profesional basada en teorías científicas (probabilidad y estadística y teoría del muestreo), que no son ocurrencias surgidas de la nada.

Por lo anterior, volviendo al tema original, hoy muchos de los que miran los resultados de una encuesta publicada… piensan exactamente lo contrario a lo que dicen las gráficas. Vamos, la desconfianza provoca que no pocos ciudadanos razonen al revés de los datos que arroja una encuesta: Si el candidato de mi preferencia va “perdiendo”, pues entonces afianzo más mi decisión de votar por él y hasta me dedico a convencer a más personas de que hagan lo propio.

Vaya, el que un candidato aparezca como “puntero” no necesariamente provoca que más gente vote por él, sino puede inducir a lo contrario: No pocos votan rechazando al puntero, simplemente por llevar la contraria y por pensar que esos resultados son amañados.

Si no creen lo anterior, observen el fenómeno que ocurrió con todas las encuestas que se publicaban en 2012 y que colocaban a Enrique Peña Nieto en primer lugar con ventajas de veinte puntos porcentuales sobre su más cercano contendiente (Andrés Manuel López Obrador). Si fuera cierto que las encuestas influyen en el electorado, esos porcentajes hubieran sido semejantes con el resultado final de la elección presidencial (incluso hubiera aumentado la diferencia ¿no?) y la realidad fue que Peña Nieto ganó por unos 7 puntos porcentuales.

Creo sinceramente que esas encuestas lo que provocaron fue que aumentara el voto de rechazo a Peña Nieto.

En fin. Los únicos que siguen creyendo la falacia de que las encuestas pueden influir en los electores y convertirse en vehículos de propaganda son los mismos políticos y candidatos. No los encuestadores, que simplemente hacen un trabajo científico que puede servir como una muy útil herramienta para que candidato o gobernante tome buenas decisiones de campaña o de gobierno.

Son los políticos los que insisten que se publiquen las encuestas… y luego protestan de que influyen en el electorado. Cuando pierden, naturalmente.

Si un político entiende que las mediciones de la opinión pública no son predicciones de lo que va a pasar meses después, sino el sentir de la gente al momento del levantamiento de los cuestionarios y que ese sentir puede cambiar por una gran variedad de factores, entonces habrá dado un gran paso para usarlas correctamente. Y para no abusar de ellas.

Ahora bien, esos mismos políticos que pierden elecciones y que después culpan a las encuestas de su derrota (v.gr. panistas en 2012), ahora quieren reglamentar y hasta prohibir los ejercicios demoscópicos durante los procesos electorales.

Nada más absurdo. La medición de la opinión pública es una muestra del avance democrático de un país. Prohibirla es característica de los regímenes totalitarios y dictaduras de derecha y de izquierda. Si a un político no le gusta que la gente opine mal de él y que eso digan las encuestas pues que mejor se dedique a otra cosa.

Finalmente, tampoco se debe prohibir la publicación de encuestas de preferencia pre-electoral. Es información a la que la ciudadanía tiene derecho, influya o no en ella (que ya vimos que no es así, pues). Si la información influyera en la votación pues entonces se debería dejar de publicar periódicos y noticias siempre. Tendríamos que vivir en un estúpido silencio permanentemente… porque eso influye en el elector. Tremenda tontería.

No. Cada quien es libre de creer y pensar en lo que quiera. Cada quien puede creer o no creer en los medios y encuestas que se publican. El prestigio y credibilidad de un medio o de una empresa encuestadora se gana, como en todos los ámbitos de la vida profesional, con los años, experiencia y certeza de sus trabajos. Punto.

Cada quien saque sus propias conclusiones.

twitter: @rodolforiverap

jriverp@yahoo.com

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