De otra manera no se entendería por qué ambas fuerzas políticas no han sacado a la luz pública a sus respectivos candidatos, siendo que oficialmente ya ha comenzado el período de precampaña, tradicionalmente aprovechado para terminar de posicionar ante la gente a los abanderados de cada partido o alianza.
Y es que, por ejemplo, lo que parecía perfectamente definido en el morenovallismo poco después del segundo informe del Gobernador, ha cambiado radicalmente con el paso de las semanas. En el PAN efectivamente, el favorito de Moreno Valle siempre fue Antonio Gali Fayad, aunque había que pasar la aduana del PAN, cosa que tampoco le preocupaba demasiado al huésped de Casa Puebla.
Pero lo que vino a trastocar todo –hasta las aspiraciones presidenciales- fue el encarcelamiento de Elba Esther Gordillo. A partir de entonces se prendieron luces rojas de emergencia, se encargaron encuestas para ver el impacto del tema, se detuvo el destape del candidato, se comenzó a valorar la pertinencia de la alianza con el PANAL… y por parte del PRD siguen en ese dilema. Vamos, hasta los panistas destacados sugieren no ir unidos al lastre que hoy es el partido-brazo político del SNTE.
En el PRI también hubo modificaciones en la estrategia. Han insistido en esperar para ver a quién lanza el morenovallismo.
Porque en el tricolor tienen variadas encuestas (locales, nacionales, propias y pagadas…) que les dicen lo mismo: El mejor posicionado (en conocimiento, confianza e intención de voto) es el Rector Enrique Agüera, seguido de cerca por Enrique Dóger, a quien le pesan sus negativos, pro es competitivo. Y en un muy lejano tercer lugar se encuentra José Chedraui Budib, quien aunque sí creció en conocimiento, siguió muy lejos en intención de voto de los punteros. Los otros tres no tienen posibilidad alguna, con todo y que Víctor Gabriel Chedraui sí es conocido, por cierto.
Punto. No sé a qué se refieran los miembros del CEN priísta cuando han venido a decir que se valorará la “rentabilidad electoral”. Si no es conocimiento, confianza e intención de voto entonces no sé que diablos sea la mentada rentabilidad. Y tengo casi quince años midiendo lo mismo… vaya, en el BEAP no andamos con ocurrencias.
Entonces, si la lógica ya se impusiera, Gali sería el candidato del PAN y su alianza y Enrique Agüera el del PRI y su alianza. Pero creo que siguen queriendo jugar ajedrez.
Porque no hay otra explicación para intentar entender lo que está sucediendo en los partidos en Puebla: Uno y otro se están esperando a ver a quién lanza el adversario. Lo demás son cuentos.
Así que hay que ser pacientes. En esta guerra de nervios, una jugada mal planeada puede costar el triunfo. Exactamente como cuando se enfrentaron el maestro Boris Spassky y el excéntrico Bobby Fischer en el mundial de ajedrez del siglo (XX). O como los largos meses que enfrentaron a los dos grandes maestros rusos Garri Kasparov y Anatoly Kárpov en 1984-85.
Esperar a que el otro mueva. A ver quién gana resistiendo los nervios ante el contrincante.
¿Jugada sorpresa? ¿Movimiento de señuelo? ¿Defensa o ataque? ¿Y si el Gobernador está jugando simultáneas? ¿Pierdo una partida pero gano el campeonato?
Eso sí, a los que nos encanta el deporte ciencia, estamos disfrutando como nunca.
Puuff!
LA NOTA AL PIE…
Había prometido desde cuándo retomar mi vieja costumbre de hacer una recomendación bibliográfica de los temas que me interesan y pueden interesar a los perfiles que me siguen. Algunas obras son nuevas (la mayoría) y otros serán sugerencias para releer clásicos. Aquí les va la de este miércoles (y espero seguir cada semana):
Sin desperdicio: “Pronósticos Electorales” (Explaining and Predicting Elections: Issue Effects and Party Strategies in Twenty-Tree Democracies), clásico ochentero de los británicos Ian Budge y Dennis J. Farlie.
¿Por qué votan los electores en determinados países y circunstancias? ¿Hay voto partidista ideológico o la gente vota de acuerdo a circunstancias y candidatos? ¿Los puntos “conflictivos” o la “polarización” orillan al ciudadano a votar de determinada manera? ¿Se puede, pues, hacer pronósticos electorales mediante evidencias empíricas de un buen número de países democráticos usando análisis de regresión? ¿Hay “patrones” de voto en los diferentes países?
Todos estos temas ya fueron planteados y replanteados desde hace mucho, mientras que aquí en México seguimos discutiéndolos como si fueran novedosos… lo cual nos demuestra nuestra infancia en las competencias democráticas.
Esta obra fue traducida por Rafael del Águila –a quien tuve el gusto de conocer hace algunos años- y re-editada en Madrid, en 1986 y la publicó el Centro de Estudios Constitucionales. Aún se encuentra en librerías de prestigio.
twitter: @rodolforiverap