La escalada de precios de este año ha sido la razón (pretexto) para que se intensificara el reetiquetado de productos con precios exactos, es decir, pocos son los que se manejan con pesos y centavos. El problema está al pagar y resulta que los cajeros “no tienen cambio”, entonces sugieren al consumidor que redondee; pero, si éste se niega le aplican la técnica de “espéreme tantito mientras cobro a otros”, con la esperanza que el comprador se canse y opte por irse, así la cantidad se queda para la tienda y ya no va ni siquiera a la asociación civil que era la beneficiaria de dicha “donación”.
Esto ocurre tiendas de autoservicio, pero con mayor frecuencia en las llamadas tiendas de “conveniencia” (OXXO), será porque a los franquiciados les conviene pretextar siempre que no tienen cambio y con ello obtienen un ingreso extra.
Ahora ya son pocos los artículos, principalmente comestibles, que se manejan en fracciones, y éstas por lo general son de 0.50 centavos, y los menos de 0.60 o 0.80, y es ahí donde las tiendas casi siempre salen ganando.
Es cierto que no hay en el mercado monedas de 0.20 centavos, y son pocas las 0.50 (hace mucho que desaparecieron las de 0.10), pero de todos modos los comerciantes deben contar con suficiente efectivo para dar “cambios”, sobre todo al inicio de sus actividades ya sea a las 8, 9 o 10 de la mañana.
La responsabilidad de todo comerciante, sea pequeño o grande, es disponer de suficiente efectivo y cambio para realizar las operaciones, sobre todo si los precios son fraccionados. Es lógico que el consumidor, por su parte, trate de pagar con la cantidad exacta, o al menos con un billete cuya denominación no sea cuatro veces mayor a lo adquirido.
Por supuesto que esta situación no es nueva, hace años las tiendas de autoservicio daban “dulces” o “chicles” como cambio a los consumidores, hasta que éstos empezaron a inconformarse y no faltó quien al llegar a caja sacara una enorme bolsa de dulces que había reunido de todos “sus cambios” y los pretendiera hacer válidos como dinero, finalmente las tiendas eliminaron tal práctica.
Ahora, si el cliente no tiene monedas y no desea redondear, los comerciantes esgrimen cualquier pretexto para no dar el cambio. Pero no aceptan no cobrar esos centavos porque entonces “nosotros perdemos”, dicen. ¿Y el comprador no pierde también? Tan valen esos 20, 50 o 60 centavos, que los vendedores no quieren perderlos. Hay casos donde los responsables de dichas tiendas asumen que “su”cliente aceptará redondear que ya ni siquiera preguntan y marcan en la computadora, la dificultad se presenta si el consumidor pretende hacer valer su derecho y rechaza esa “donación a la fuerza”.
La ganancia mayor de estas tiendas de “conveniencia”, está cuando el consumidor se cansa y opta por retirarse sin su cambio y sin haber aceptado el “redondeo”, con lo cual la tienda se queda con esa dinero pues tampoco lo marca a favor de la asociación que demanda esa “donación”.
En un cálculo arbitrario, suponiendo que en una hora 20 clientes acepten voluntariamente o a la fuerza el redondeo de 0.50 centavos, esa tienda tendrá un ingreso extra al día de unos 240 pesos.
Y si esa “donación” realmente va a la asociación civil en turno, resulta que de todos modos la tienda sale ganando porque el dinero de los consumidores lo hará deducible de impuestos (caravana con sombrero ajeno).
Las franquicias debieran incluir en su “manual de operación” que los establecimientos cuenten con efectivo, morralla o moneda fraccionaria para las operaciones de compra-venta. Además que en los cursos para “formación de personal” se haga énfasis en el trato adecuado que los responsables de la tienda deben tener con el consumidor.
No basta con instalar por doquier este tipo de tiendas, buscar notoriedad de marca o garantizar el abasto de ciertos productos, y tampoco es suficiente beneficiar a su franquiciador con mejores precios o proporcionarle asistencia técnica. También la franquicia debe buscar la buena atención al cliente y la satisfacción de éste.
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