16-06-2025 03:19:25 AM

El ciberasedio

Por Jesús Manuel Hernández

 

Quedamos algunas plumas, a veces voces, que podemos dar testimonios de la censura en Puebla, al menos en los últimos 50 años.

El tema viene a cuentas por la polémica desatada en medios locales y algunos nacionales por la redacción del artículo 480, de la reforma a la denominación de la Sección Sexta del Capítulo Décimo “Falsedad” del Libro Segundo “Delitos en lo Particular” donde se da cuenta de la falsedad, el ciberacoso, el insulto, la injuria, el daño moral y a la dignidad de personas a través de los medios identificados como “Redes Sociales” o portales digitales dedicados a la información.

Hay quien ve la reforma como un agravio a la libertad de expresión, y hay quien la ve como un “ya basta” ante la postura identificada no como libertad de expresión, sino con el libertinaje. Y sobran ejemplos de ambos casos en el pasado, lejano, en el pasado cercano y en el presente.

Algunos abogados hacen la observación de la redacción, confusa o incompleta; otros opinadores recuerdan aquel “Coloquio entremedios” organizado por Javier Sánchez Galicia en 2006, bajo el lema “una visión de la comunicación desde los propios medios”, cuando el asunto ese de “es mi voz, pero no es mi voz” de Mario N. Y se intentaba legislar sobre la “calumnia”.

En aquella época se tomó en cuenta la opinión de los comunicadores profesionales, académicos universitarios y abogados expertos en la materia.

Quizá la ausencia de un código de ética interno de los medios de comunicación haya propiciado el abuso en el acoso y la crítica sin fundamento, pero ese es un asunto que bien podría encuadrarse en los principios morales de cada periodista y de cada empresa dedicada a la comunicación, no así a quienes escondidos en el anonimato constituyen una fuerza de oposición.

El problema es que los grupos políticos, en el poder o quienes lo han perdido, se acogen al anonimato para establecer un sistema de críticas y denuncias, sin contar, quizá, con las fuentes de información para sostener las aseveraciones de calificación o descalificación de los hechos de la gente en el poder.

Pero no es solo el gremio político el afectado, se han dado casos de personas de la sociedad, sin cargos públicos, presa de ataques o campañas de desprestigio, sin consecuencias para quien tiene el poder de la pluma o de la lengua.

¿Se legisló al vapor, está fundamentada la reforma, es totalmente positiva o negativa?

Habrá que esperar de qué lado masca la iguana, cuántos amparos saltarán y quién será el primer denunciado y juzgado por esta llamada Ley del Ciberasedio.

O como dijera el clásico: “El hombre es dueño de su silencio y esclavo de sus palabras”.

O por lo menos, así me lo parece.

 

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