Por Alejandro Mondragón
De ninguna manera, la Secretaría de Planeación, Finanzas y Administración está maldita, ante el paso de titulares de uña larga.
Lo que ocurre es que a la dependencia han arribado expertos del cuello blanco hasta que son descubiertos en transas.
Alejandro Lelo de la Larrea fue secretario de Finanzas con Mariano Piña Olaya. Siempre impoluto hasta que el periódico El Financiero le publicó que las deudas por cobrar y pagar aumentaban alarmantemente, porque usaba a empresas de factoraje recomendabas para disminuirlas, previa jugosa comisión.
Rafael Moreno Valle otra fichita como secretario de Finanzas. Con las inundaciones en la Sierra Norte y el sismo en la capital del estado utilizó el Fondo de Desastres Naturales como caja chica hasta que 5 mil millones de pesos no aparecían.
Y después las inversiones del estado eran traspasadas a fondos sudamericanos, Brasil, principalmente para captar diferenciales mejores en tasas de interés con el real brasileño, cuya cotización de desplomó por la salida de capitales golondrinos ante la reforma petrolera de aquel país. Se esfumaron 400 millones de pesos a Puebla.
Ya después se supo que el recurso serviría para construir una estructura paralela para su proyecto a gobernador, precisamente cuando llegó ordenó desaparecer cualquier vestigio que lo implicara en el escándalo del “hoyo financiero”.
María Teresa Castro y Corro era parte de la congregación del verbo encarnado del barbosismo. Modelo a seguir en austeridad y manejo “inteligente” del dinero hasta que autorizó invertir 600 millones de pesos en un banco, Accendo, que tres meses después quebró con cargo al erario poblano. El dinero no se recuperó, pero ella sigue intocable.
No fue su única pillería, sino que depositó 6 mil millones de pesos en Fóndika, un fondo que le brindó la peor tasa de interés del mercado. La razón era clara: su pareja sentimental manejaba Fóndika.
Y ahora Josefina Morales, la viajera secretaria de Planeación, Finanzas y Administración no sólo otorgó facultades que no tiene a su pareja sentimental para manejar la dependencia, sino que tolera a una red de corrupción en la Subsecretaría de Ingresos de Finanzas.
Ya ni la chingan.