Por Valentín Varillas
En su intento por posicionarse entre el electorado potencial, Claudia Sheinbaum y Adán Augusto López imitan en todo a López Obrador.
Hablan como él, gesticulan como él, hasta llegan a utilizar argumentos idénticos para fustigar a sus adversarios políticos.
Su gran fatalidad es que ninguno de los dos se le acerca en carisma, manejo del espacio público y capacidad de comunicación.
Se quedan, sobra decirlo, muy atrás.
Los eventos que han llevado a cabo en su precampaña no dejan lugar a dudas.
Fríos, sosos, desangelados.
Con constantes fugas de asistentes que, gracias al acarreo, se presentan para cobrar su dádiva e inmediatamente se van.
Ninguno de los dos prende, anima, ni motiva.
A pesar de que son los consentidos del presidente.
Con todo y que se les llena de “flores” y alabanzas en algunas mañaneras.
Un adelanto de lo que vendrá en el próximo sexenio.
Sea quien sea el candidato.
Si la 4T repite en la presidencia, quien la encabece no recibirá el mismo trato que recibe AMLO como jefe del ejecutivo federal.
Ni de cerca.
Goza de un impresionante blindaje ciudadano que lo tiene en niveles de aprobación históricos.
Ni siquiera la fallida estrategia en materia de combate a la delincuencia lo hace caer.
Se han roto todos los récords en materia de homicidios dolosos.
El país vive una espantosa espiral de violencia en todos los ámbitos.
El tejido social se hace pedazos.
Pero la figura presidencial cruza este lodoso pantano limpia, casi inmaculada.
Vaya reto el que tiene quien llegue a sucederlo.
Al próximo presidente o presidenta, no le van a perdonar no lo que hoy se le perdona a Andrés Manuel.
Empezando por los de casa.
El carisma, la simpatía, la capacidad de conectar con la gente, la efectividad para transmitir y llegar a las emociones, son características personales, únicas e intransferibles.
No se obtienen imitando acentos, palabras o frases.
Tampoco copiando el lenguaje corporal o la dinámica discursiva.
Lejos de querer ser una mala copia de su jefe, los precandidatos tendrían que centrarse en destacar lo bueno de su personalidad.
Si es que lo hay.
Buena enseñanza para las “corcholatas” poblanas:
Los AMLITOS y las AMLITAS no pegan.
Replicar la forma de ser del presidente no los va a hacer mejores candidatos.
Al contrario.
Se van a llevar el repudio del respetable.
Nada más.