22-11-2024 10:41:31 PM

Muñoz Ledo

Por Jesús Manuel Hernández

Con el permiso del respetable hoy escribo en primera persona:

Acaba de morir Porfirio Muñoz Ledo, quizá uno de los políticos más brillantes del país, inteligente, estudioso, con una memoria de elefante y protagonista de muchos desaguisados para los gobiernos emanados del PRI y de Morena por supuesto.

Tuve la suerte de tratarle hace muchos años. Era la sucesión gubernamental de Mariano Piña Olaya en Puebla, y en las listas de precandidatos aparecían algunos nombres, el de Ángel Aceves Saucedo entre otros.

Un grupo de poblanos había quedado de comer con Aceves en el San Ángel Inn y este reportero casualmente también andaba por ahí.

En una de las mesas estaba Lourdes Munguía, la actriz de los ojos verdes, comiendo con Porfirio Muñoz Ledo. Las miradas de los comensales se cruzaban a su mesa y el político se sentía orgulloso de la belleza en su mesa. De pronto apareció Ángel Aceves y se fue directo a la mesa de Porfirio a saludarle, a su pasó se topó conmigo y me pidió acompañarlo a saludar a Muñoz Ledo y por supuesto que fui, sobre todo para conocer a Lourdes Munguía. La charla fue muy amena, muchas risas y varios mensajes cifrados de Porfirio para Ángel sobre la sucesión poblana, apareció ahí el nombre de Manuel Bartlett como el candidato de Los Pinos. Aceves le decía que contaba con el apoyo de los empresarios poblanos, citó nombres, de algunos políticos nacionales, de la “maestra” y de los cuadros cetemistas de moda en aquella época… Muñoz Ledo le dijo a Ángel “ten cuidado con las traiciones”.

Y así sucedió, Bartlett fue el candidato.

Al paso de los años volví a ver a Muñoz Ledo, le hice varias entrevistas, una de ellas en vivo fue interrumpida por el doctor Alfredo Toxqui Fernández de Lara, Porfirio se había referido a él de manera grotesca y ofensiva y don Alfredo tomó el teléfono y llamó al programa y pidió intervenir.

Salió ahí aquella frase de “el político debe ser como el elefante, la piel gruesa para resistir, las patas gordas y bien plantadas para soportar los embates, las orejas grandes para escuchar y estar atento a todo, la nariz larga para olfatear el peligro y la cola muy corta”.

Al final de la entrevista ambos políticos se mandaron saludos con respeto.

Volví a ver a Muñoz Ledo en Madrid, caminando sobre la Calle de la Virgen de los Peligros, cerca del Metro Sevilla, le saludé, me reconoció y caminamos un poco juntos, su secretario particular en Madrid era un amigo en común y entonces quedamos de vernos para cenar y tomar alguna, algunas copas…

Otra vez nos encontramos con amigos comunes en el Chateau Camach, un exclusivo restaurante de la Colonia Roma, desaparecido hace muchos años, donde se veían a menudo Miguel de la Madrid, Ramón Aguirre y algunos más de esa época.

La última vez en coincidir con Porfirio fue nuevamente en Madrid frente a un plato de cocido madrileño en Lhardy.

Por desgracia no revelaré las pláticas con Porfirio sobre personajes aún vivos, como Piña Olaya, Bartlett y algunos políticos locales.

Creo que no es el momento, o por lo menos así me lo parece.

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