03-05-2024 05:39:12 AM

Muñoz Ledo, la conciencia de la 4T

Valentín Varillas 

 

En estos tiempos de supuesto cambio político en México, un político de la vieja guardia intentó darle congruencia a esta mal llamada Cuarta Transformación de la vida nacional. 

Porfirio Muñoz Ledo les recordaba a los nuevos valores de la vida pública nacional, que no podían caer en la tentación de cometer los mismos errores y excesos del pasado. 

El primer destello de dignidad que le vimos a Porfirio tuvo que ver con la intentona de Morena de no respetar los acuerdos sobre la rotación de la Mesa Directiva de la cámara de diputados. 

Cuando le tocaba a un panista ejercer la presidencia, el bloque morenista intentó cambiar las reglas y mantener a uno de ellos en la posición. 

Muñoz Ledo era en ese momento el presidente de la mesa.  

Tuvo que renunciar al cargo para que el albazo fracasara y un diputado de Acción Nacional ocupara la posición que por ley le correspondía.  

Otra vergüenza legislativa operada por Morena fue la famosa Ley Bonilla: 

Las modificaciones constitucionales votadas por el congreso de Baja California, para ampliar de dos a cinco años el período de gobierno de la administración estatal encabezada por Jaime Bonilla, emanado del Movimiento de Regeneración Nacional.    

Pocas veces se ha visto un retroceso semejante en la vida pública del país. 

Una salvajada que sentaba las bases para la instalación legal y el fortalecimiento de facto de todavía más salvajes cacicazgos locales. 

Porfirio, a diferencia de personajes del círculo íntimo del presidente como Olga Sánchez Cordero, pugnó y cabildeó para que se respetara la duración legal del período de gobierno en ese estado. 

Al final, la SCJN evitó semejante barbarie. 

Muñoz Ledo fue un crítico severo de algunas de las medidas que tomó el gobierno federal ante la pandemia. 

Con argumentos, al margen de filias y fobias, se atrevió a declarar públicamente que era un error que López Obrador y el subsecretario López Gatell -la cara visible de la lucha oficial contra el Covid-19- se negaran al uso del cubrebocas. 

También arremetió contra las constantes giras presidenciales a lo largo y ancho del territorio nacional, mientras el llamado a la población era a quedarse en casa. 

Puso el dedo en la llaga en los temas que en su momento más le dolían al presidente. 

Su Reforma Energética y los riesgos de que con su aprobación se violaran acuerdos de altísimo nivel considerados y protocolizados en el nuevo Tratado de Libre Comercio. 

Y en la coyuntura electoral del 2021, el sesgado y manipulado proceso de selección de candidatos de Morena a diversos cargos de elección popular, ordenado desde la oficina principal de Palacio Nacional.  

Varias veces dejó en evidencia el servilismo de personajes como Mario Delgado, líder nacional del partido. 

Porfirio no estuvo de acuerdo tampoco con el sistemático y obsesivo embate desde el púlpito presidencial en contra del INE. 

En su opinión, no había elementos concretos para dudar de la rectitud en el actuar de la autoridad electoral y sí una serie de caprichos y demandas, tanto del presidente como del partido en el gobierno, que violaban flagrantemente lo estipulado en la ley electoral. 

Y al final, claro, la cereza del pastel. 

El activismo que protagonizó para evitar que en los hechos se impusiera aquel controvertido transitorio que le permitiría al entonces ministro presidente de la Corte, Arturo Zaldívar, extender su permanencia en el cargo por dos años más. 

El hoy fallecido Muñoz Ledo no tuvo ningún empacho en calificar lo aprobado por el Senado como una de las más grandes violaciones a la Constitución en la historia moderna del país. 

Por todo esto, en la óptica de López Obrador, Porfirio trasmutó de un “valioso activo” de la 4T a uno de los más indeseables enemigos del régimen. 

¿Su gran pecado? – recordarles una y otra vez a quienes son parte de la actual élite en el poder, que el Movimiento de Regeneración Nacional nació para combatir aquellos abusos y el autoritarismo que criticaron desde la oposición, pero que están ensayando al pie de la letra como gobierno. 

Se le va a extrañar y mucho. 

Adiós a la autocrítica. 

Más fuerte sonará el corifeo de borregos zalameros que unánimemente ensalzan y celebran todo lo que venga de Palacio Nacional. 

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