07-05-2024 07:34:11 PM

“Tener” las estructuras

Por Valentín Varillas 

 

Cómo se lucra en lo político con aquel mito genial de que algún o alguna aspirante, al cargo que sea, tiene el control personal de aquellas instancias públicas que tienen un peso específico real en el resultado de una elección. 

Falso. 

El dominio, si hay tal, es temporal y siempre terminará decantándose por quien resulta el candidato. 

El que va a tener no sólo el control de los los recursos destinados a ganar, sino la operación en tierra del reparto de aquellos premios de consolación que en teoría garantizan la unidad. 

Por eso resulta ocioso vender músculo con eventos en donde el acarreo, el “chambismo” y la compra de conciencias son la constante. 

Al final, acaban condenados al olvido. 

Nadie se acuerda si tal o cual precandidato metió decenas de miles o sólo miles de personas en la tradicional borregada. 

Pena dan quienes, en el caso del estado de Puebla, juran que los alcaldes son suyos, los diputados igual, que las instancias partidistas se rinden a sus pies y que quienes representan a lo más granado de la burocracia mueren por impulsar –espontáneamente, por supuesto- su proyecto político. 

No, no es así. 

En esto, nadie traga lumbre. 

Presidentes municipales y legisladores, si quieren reelegirse, tendrán que ir con quien resulte el candidato. 

Sumarle votos, cueste lo que cueste, porque simple y sencillamente ya van en el mismo barco. 

Correrán con la misma suerte. 

Lo mismo legisladores o cualquiera que tenga un liderazgo político real e intente seguir vigente en la vida pública. 

No es magia, ni alquimia: realismo puro. 

La colocación de espectaculares y la pinta de bardas para promoción personal, también será para algunos dinero tirado a la basura. 

Esta publicidad estática les da presencia de “marca” por un espacio determinado de tiempo, pero a la larga, no sólo aburre y anestesia, sino que acaba por tener un efecto contrario al que se pretende lograr. 

La anarquía y las violaciones sistemáticas a las normas en materia de desarrollo urbano por quienes intentan gobernar, son su peor carta de presentación. 

Ellos tendrían que poner el ejemplo en el respeto absoluto al estado de derecho. 

No entienden nada. 

Pero estamos en la temporada de los rounds de sombra. 

Del maniqueísmo y el engaño. 

De las fotos truqueadas y la falsa propaganda. 

De gastar millones y millones –públicos y privados- para venderle al electorado “productos milagro” que no hacen lo que prometen. 

Tanta maroma para que al final, la voluntad de un sólo hombre decida quién va a sucederlo y a partir de ahí, por añadidura se definan todos, absolutamente todos los nombres de quienes competirán en el 2024 a lo largo y ancho del país. 

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