Por Valentín Varillas
Hombre de todas las confianzas del presidente y que ha dado muestras de ser un operador eficiente, el secretario de gobernación federal ha recibido la encomienda más importante de su vida política: darle forma a un proceso terso, creíble e inobjetable de selección del candidato del oficialismo para el 2024 y de paso, que quien resulte ungida o ungido –en ese orden-, sea capaz de garantizar la continuidad de la 4T.
Estas condiciones –deseables y necesarias para cumplir con el objetivo, podrían estar en duda al ser él mismo una especie de juez y parte no formal en esta aduana.
Por un lado, oficialmente aspira a la candidatura.
Por el otro, su jefe y amigo le ha encargado, en corto, el buen desarrollo de la elección interna.
Contaminar el buen camino y la pulcritud del método con filias y fobias personales, podría ser una posibilidad latente.
Una lectura fácil, simplista, pero que se justifica ante la desconfianza social que predomina en coyunturas de este tipo.
Asegurar lo anterior es no conocer a Adán Augusto López.
Su institucionalidad, es a prueba de fuego.
Lo mismo, la confianza que le tiene López Obrador.
Andrés Manuel le ha encomendado las cuestiones prioritarias de la segunda mitad de su sexenio.
Y ha cumplido a cabalidad.
Más allá de que en el terreno legislativo o judicial hayan caminado o no algunos temas, el tabasqueño entiende perfectamente qué es lo que pasa por la cabeza del presidente y la lógica operativa con la que toma decisiones o fija una postura en el discurso público sobre alguna cuestión en específico.
Ha sabido cómo y cuándo apretar.
Dónde y con quiénes conciliar.
En qué momentos sacrificar una aparente derrota en aras de un beneficio mayor posterior.
Hay un cambio radical en la dependencia a partir de su llegada.
Y seguramente, también dará buenos resultados en esta nueva tarea.
Mantener la unidad del movimiento a través de una serie de reglas, compromisos y acciones que fueron definidas en la convocatoria dada a conocer ayer por la tarde.
Convocatoria en cuya confección tuvo mucho que ver el encargado de la política interna del país.
Faltaba más.
Y aunque no se especifican explícitamente los famosos premios de consolación para quienes se inscriban, sean encuestados y se queden en el camino, de acuerdo con lo que nos ha adelantado el propio López Obrador todo se perfila a que Adán se mantenga otros tres años como titular de Gobernación en el próximo sexenio.
Como apoyo importante a Claudia Sheinbaum, por ejemplo.
O bien, como alfil defensor de los intereses de Andrés Manuel, si Ebrard o Monreal dan la sorpresa.
Una cuña interna que garantice el cumplimiento de los acuerdos.
De cualquier manera, Adán saldrá favorecido.
Si fallan todos los pronósticos y se cuela a la presidencial, irá en caballo de hacienda rumbo a Palacio Nacional.
Si no, además de convertirse en un poderosísimo e influyente “vicepresidente de facto”, cuenta con magníficas relaciones en estados como Chiapas, Tabasco, Michoacán, Sinaloa y Puebla.
Sobretodo Puebla.
Y con eso, se pueden hacer muchas, muchísimas cosas.
De todo tipo.
