07-05-2024 05:06:11 AM

El otro Moreira, la otra traición, el otro estado: Puebla

Por Valentín Varillas 

 

En el 2011, recién entrado el gobierno de Moreno Valle, Humberto Moreira facilitó el camino para que, con el voto de los legisladores priistas locales, se aprobara una ley electoral a modo que fortaleciera al nuevo grupo hegemónico y le permitiera mantener el control político del estado por muchos años. 

Previo a su aprobación en el legislativo, Moreira recibió en sus oficinas de Insurgentes Norte a un grupo de priistas poblanos encabezados por el ex candidato a la gubernatura, Javier López Zavala. 

Junto con Zavala y Moreira, estuvieron presentes el entonces coordinador de la bancada local priista, José Luis Márquez, el líder estatal del tricolor en Puebla, Juan Carlos Lastiri y el Secretario de Organización del CEN, Ricardo Aguilar Castillo. 

Los poblanos llevaron: avalar, por unanimidad, la tan ansiada reforma electoral, a cambio de no iniciar una auténtica cacería en contra de los peces gordos del marinismo y encarcelarlos por los actos de corrupción cometidos durante el sexenio que recién terminaba. 

La medida, involucraba directamente a dos de los asistentes: a López Zavala que había sido Secretario de Gobernación y de Desarrollo Social y a Juan Carlos Lastiri, quien también había encabezado la dependencia encargada de operar la política social en la administración priista. 

A cambio, echarían para atrás la propuesta de llevar a cabo una redistritación que debilitaría buena parte del voto duro priista y la aprobación de mayores prerrogativas para los partidos políticos, situación que beneficiaría al tricolor en la coyuntura de la elección presidencial del 2012. 

Había otro punto fino que se necesitaba definir. 

Moreno Valle quería que se diera una reunión pública con Moreira, en algún lugar de moda, para que se dejara un claro y contundente antecedente y se enviaran los tan necesarios mensajes a la clase política local y nacional. 

Y así se hizo. 

El encuentro fue conocido posteriormente como “el Pacto del Estoril”. 

Sigue considerado, hasta la fecha, como el acuerdo que significó la debacle del PRI poblano y su muerte como partido hegemónico en la entidad. 

Los diputados siguieron, al pie de la letra, el guión previamente establecido. 

Plancharon inclusive a dos legisladores “rebeldes”, que en teoría no votarían jamás a favor de la reforma. 

José Juan Espinosa, quien cobardemente se ausentó de la sesión más importante de aquella legislatura y Zeferino Martínez, el petista que al final votó a favor de la iniciativa. 

Un capítulo, sin duda, vergonzoso, en la historia de la política local. 

Humberto Moreira logró aniquilar al PRI poblano con un golpe letal del que jamás se recuperó. 

Rubén su hermano, hizo algo muy parecido con su partido, pero en el Estado de México. 

Mismos genes, traiciones muy similares y la consecuente aniquilación de un partido que, antes de estos hechos, había sido el único en gobernar ambos estados.  

Los dos, por cierto, muy importantes en la política nacional. 

No, no hay casualidades. 

Lo que hay es una estrategia de debilitamiento intencional de un partido que hoy arece estar conectado a un respirador artificial. 

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