18-05-2024 10:44:03 PM

AMLO-Céspedes: los acuerdos

Por Valentín Varillas

 

El compromiso es muy claro: cerrar sus respectivas administraciones cristalizando los programas conjuntos entre niveles de gobierno.

En todas las áreas en las que se llevan a cabo.

La generación de infraestructura, por ejemplo.

Habrá que echar el resto para convertir en realidad la cuarta troncal de RUTA y los dos distribuidores viales proyectados para Puebla.

Y el resto de los proyectos llevados a cabo entre niveles de gobierno, que en total suman 27 mil millones de pesos.

Lo mismo, para amarrar la compensación de hasta 75% de los más de dos mil quinientos millones de pesos pendientes en impuestos federales, que heredaron pasadas administraciones.

Los acuerdos a los que en su momento llegaron, el gobernador Céspedes y el titular de la SHCP, Rogelio Ramírez de la O. Continúan más vigentes que nunca.

El tema electoral también se puso sobre la mesa.

Imposible que no fuera así.

De entrada, porque será necesario redoblar esfuerzos para que, cada quien en el ámbito de sus respectivas responsabilidades, garanticen que el proceso del próximo 2 de junio se lleve a cabo en relativa paz.

Que el estado no acabe siendo en foco rojo en materia de gobernabilidad.

Que más allá de las cada vez más extremas calenturas políticas, la voluntad de los poblanos –sea cual sea- se exprese con plena libertad el primer domingo del siguiente mes.

A nadie le conviene un escenario diferente.

Ya en lo personal, cordialidad y cercanía hubo de sobra.

Como ha sido desde el primer día de coexistencia.

El presidente estuvo cómodo en Puebla.

Otra vez.

Así ha sido en los últimos 16 meses.

AMLO se sigue refiriendo al mandatario poblano como “su amigo”.

Simbólico porque el adjetivo viene desde una figura acostumbrada a recibir todo tipo de elogios.

Que despierta inclusive hasta los más bizarros y enfermizos fanatismos.

La palabra presidencial, hoy más que nunca, define criterios, dicta líneas e influye en todos los niveles de la vida pública nacional.

Directa o indirectamente.

Para bien o para mal.

El decir y el hacer del jefe del ejecutivo federal en sus visitas a Puebla, son desde la óptica de la política más realista un sincero y enorme espaldarazo a la gestión del mandatario poblano.

No hay que buscarle mucho.

Más allá de los siempre ambiguos criterios de la cortesía política; de los aburridos y cansones lugares comunes del discurso, es claro que el presidente y el gobernador hoy comparten visión y objetivos.

Realidad que los ubica -en este otoño del patriarca que comparten- irremediable e irreversiblemente en el mismo barco.

Y cuando se empatan los sinos, no puede ni debe haber medias tintas.

De ningún tipo.

Ya van juntos hasta el final y hasta donde dé.

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