23-11-2024 05:14:45 AM

La reingeniería del barbosismo

Por Valentín Varillas

Se equivocan quienes, a botepronto, han decretado la muerte del grupo político que forjó Miguel Barbosa mientras fue gobernador.

Además de que permanece un núcleo fuerte, unido y sobretodo: perfectamente organizado y definido en términos de los alcances de su actuar y sus respectivas responsabilidades, existe una estructura clara, concreta, tangible, fundamental en el aspecto netamente político.

Hay gobierno, sin duda.

Los programas prioritarios definidos desde la llegada de la 4T al ejecutivo estatal, siguen su camino.

Las instituciones prevalecen.

Sin embargo, claro está, su conducción tendrá un natural cambio en estilos, formas y personalidades.

Esto no altera el fondo, como muchos quisieran.

La “cena de negros” que muchos anticipaban, dejará con las ganas -otra vez- a quienes han hecho de la carroña la materia prima de su supervivencia.

¿Miedo a los cambios?

¿Por qué?

Seguramente los habrá.

Si son en el corto, mediano o largo plazo, será decisión del gobernador Céspedes.

De nadie más.

Realizar cambios en el equipo de trabajo que dejó Miguel Barbosa al momento de su muerte, no es sinónimo de traición.

Él mismo realizó una cantidad importante de cambios en su gabinete, a todos los niveles, cuando los perfiles designados en su momento no dieron los resultados que de ellos se esperaban, o bien pervirtieron el papel que les tocó jugar en las grandes ligas del servicio público.

Efectividad, antes de amiguismos, compadrazgos y demás.

Barbosa se atrevió a hacer lo que ninguno de sus antecesores.

Llamar a cuentas hasta los más cercanos y, en vez de aquellas hipócritas “salidas dignas”, se llevaron a cabo los procedimientos que la propia ley contempla en cada uno de los casos.

Los de adentro, sujetos al más riguroso escrutinio, más allá de afectos y filias ideológicas o de partido.

Esa es una de las obligaciones principales de quien gobierna.

Y no tiene por qué cambiar en el gobierno de Céspedes Peregrina.

No hacerlo, sí sería una traición artera al legado que recibió al ser designado como mandatario poblano.

¿Redefinición de algunos temas?- por supuesto.

La lista de posibles “corcholatas”, entre otros.

Algo que, por cierto, ha puesto muy nerviosos a algunos.

Quienes tienen miedo, seguramente saben que tarde o temprano se conocerán sus pecados inconfesables.

Cuestión de tiempo.

Ese que no para y cuyo transcurrir supone cambios; los que son la única constante en varios aspectos de la vida, incluyendo, por supuesto a la política y el servicio público.

Fallan, otra vez, los agoreros del desastre.

El escenario catastrófico al que le apostaron y el que quisieron provocar con sus acciones y actitudes, no llegó, ni llegará.

No le atinan a una.

Otra vez, no tendrán más remedio que refugiarse en el consuelo que da la mediocridad.

 

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