Por Valentín Varillas
No, no fue casual la integración de facto de la ex alcaldesa de San Andrés Cholula, Karina Pérez Popoca al grupo político de Ignacio Mier.
Fue la crónica de una fractura anunciada.
Súbita, contundente, irreversible; pero sin duda inevitable.
La hoy secretaria de la mujer de la nueva dirigencia estatal de Morena, una vez que gracias al trabajo de los operadores del grupo político del gobernador Barbosa consiguió colar a cinco incondicionales en las seis posiciones disponibles en el municipio, optó por irse por la libre.
Hacer trabajo político y de promoción personal sin “tocar base” y con el riesgo de ir a contrapelo de las bases sobre las que se está desarrollando la estrategia electoral del partido de cara al proceso del 2024.
Y esto no tiene que ver nada con la entrega de despensas y el resto de las actividades relacionadas con su asociación civil: “Todos por Tlaxcalancingo”.
Me refiero a acercamiento concretos que ella misma y sus operadores llevaron a cabo desde hace meses con quienes apoyan el proyecto de Nacho Mier.
Simple y llana traición.
En diversos grupos de WhatsApp, coordinados por Pérez Popoca, se dan indicaciones y se convoca abiertamente a sus incondicionales a ignorar la figura del gobernador como jefe político del estado y buscar otros derroteros como estrategia para “crecer” y tener mayores posibilidades de obtener candidaturas para la próxima elección.
Hay frases demoledoras como esta: “ ahora que nadie gobierna en los hechos ¿para dónde nos vamos a ir?”.
Y otras igual de reveladoras.
Muchas más.
De ese tamaño.
Y en la lógica de la ex edil, a quien cariñosamente llamaba “jefe” al gobernador Barbosa, la obsesión de volver a competir por la alcaldía de San Andrés tiene mayores posibilidades de realizarse bajo la tutela del diputado Mier y no del mandatario estatal.
Así de torcida anda su lectura de la realidad política local.
De ese tamaño su ambición de poder y su artera traición a quien siempre la apoyó.
Como candidata y sobre todo, como presidenta municipal.
“Kari” busca beneficiarse, otra vez, de la figura de López Obrador, quien no estará en la boleta como en el 2018, pero hace desde púlpito presidencial proselitismo y acciones de promoción a favor de quienes él mismo ha designado como sus “corcholatas”.
Cree, no entiendo por qué, que ir en la misma boleta que Mier Velasco -un perfil que no maximiza los votos que requiere Morena para mantener el gobierno estatal- es su mejor apuesta.
Es obvio que su proyecto va cuesta arriba.
Los números fríos, concretos, claros del 2021 nos muestran un abierto rechazo a su gobierno: más de 9 puntos porcentuales con respecto al ganador, el panista Edmundo Tlatehui.
En un sistema democrático con condiciones que facilitan la igualdad de condiciones de participación de candidatos y partidos, el referéndum resulta demoledor.
¿Por qué tendría que irle mejor en el remotísimo caso de que fuera nuevamente candidata?
De activo a pasivo de Morena en tiempo récord.
