06-05-2024 09:35:48 AM

La trampa de Marko

Por Valentín Varillas

Vaya flaco favor el que le hizo el líder nacional del PAN, Marko Cortés a Eduardo Rivera, durante su visita a Puebla del pasado fin de semana.

El líder nacional del partido llevó a cabo una estrategia perversa para meter al alcalde de Puebla en una dinámica que no solo no le conviene, sino a la que no quería entrar.

La del destape anticipado.

La de utilizar el cargo público para favorecer un proyecto político personal.

Rivera ha sido muy cuidadoso de no caer rendido ante el dulce canto de aquellas sirenas que lo perfilan como el producto electoral más rentable para el blanquiazul.

A pesar de que medios de comunicación y otros actores políticos opositores, lo han sometido a una constante presión para obtener una declaración que lo pudiera comprometer.

Lalo siempre fue realista, cuidadoso, muy consciente de que antes que cualquier tentación de caer en el poco realista futurismo, tiene que demostrar que la enorme mayoría de los habitantes de la capital no se equivocaron al momento de votar por él. 

Eso es la prioridad, por encima de cualquier cosa.

Y en esa lógica se había movido para llevar las aguas tranquilas.

Increíble que el sabotaje se haya dado dentro de su partido y sobre todo, desde lo más alto de su dirigencia.

Marko le abre una serie de frentes que en nada le ayudan a “su alcalde”.

Al contrario.

Primero, lo pone en riesgo de enfrentar procesos legales por actos que pudieran considerarse como violaciones flagrantes a la ley electoral vigente en Puebla.

Los mismos panistas han criticado acciones similares que han llevado a cabo liderazgos de Morena que tienen la intención de aspirar a un cargo de elección popular en el 2024.

En Puebla y a nivel nacional.

Después, ya en términos de política real, lo mete a un escenario de intenso e innecesario desgaste por un largo período de tiempo.

Colgarle la etiqueta de “delfín” desde ahorita, es meterlo a la lumbre; ya no al calor de la cocina.

Y no se trata de una casualidad o error.

Al contrario.

Se trata de una acción planeada con toda premeditación, alevosía y ventaja -diría el clásico jurídico.

El primer objetivo: lastimar la relación con el gobernador.

Es verdad que ésta ha tenido altos y bajos, pero también es cierto que, por primera vez en muchos años, se han dejado a un lado las posiciones y diferencias de tipo político- partidista, para generar una serie de acciones conjuntas entre niveles de gobierno, para superar los problemas más graves que afectan a los habitantes de la capital.

Cortés, con su burdo sabotaje a Lalo, ha puesto en riesgo todo lo anterior.

Y en este contexto, vale la pena hacer memoria.

Recordar que el presidente del CEN del PAN hizo hasta la imposible por evitar que Rivera fuera candidato, a pesar de que era el perfil que maximizaba el voto del partido en la ciudad.

Obstaculizó el proceso de renovación de la dirigencia en Puebla.

Quiso imponer a sus perfiles a como diera lugar y al margen de la decisión de militantes y simpatizantes.

No pudo.

Después, intentó de todo para que el candidato no fuera Rivera.

Procesos internos del blanquiazul terminaron por definirse en tribunales.

Bendita unidad.

Hoy, en su mediocridad, frustración, rencor e impotencia, este auténtico príncipe de las derrotas opta nuevamente por afectar a Rivera, tal vez en la lógica de perder Puebla, pero con uno de los suyos.

Vuelven los tiempos de perder elecciones pero conservar privilegios.

Tiempos que el propio neo-panismo tanto criticó y que ahora, reviven al pie de la letra.

 

 

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