23-11-2024 04:18:59 AM

Carlos Joaquín; consentido de RMV…y de AMLO

Por Valentín Varillas

 

Entregó la plaza sin chistar y ahora cobrará la factura.

El propio presidente López Obrador anunció la inminente incorporación del todavía gobernador de Quintana Roo, el panista Carlos Joaquín González a algún cargo de su administración, la morenista, una vez que termine su sexenio.

Una muestra más de que este sistema de premios y castigos implementado por el propio Andrés Manuel, para aquellos mandatarios de oposición que lejos de ser un obstáculo, operaron con estructura y recursos a favor de los candidatos de la famosa 4T a las gubernaturas que han estado en juego a partir del 2018.

De concretarse lo anunciado, el panista se sumaría a los casos de Quirino Ordaz, ex gobernador de Sinaloa, quien fue designado por este gobierno como embajador de México en España.

Al de Claudia Pavlovich de Sonora, quien es hoy cónsul del país en Barcelona y el del campechano Carlos Miguel Aysa González, actualmente embajador en República Dominicana.

Todos, se rindieron ante el riesgo de que les echaran encima toda la fuerza del Estado, lo que hubiera puesto en riesgo no solo sus bienes, sino hasta su libertad.

Pero en el caso de Carlos Joaquín, el primer panista en integrarse a este plan de “retiros dorados”, llama la atención su capacidad de adaptarse a la siempre cambiante realidad política que le ha tocado vivir.

Un pragmático camaleón que sobrevive hasta en los escenarios más complicados.

Para nadie es un secreto que su triunfo en las urnas se lo debe al poblano Rafael Moreno Valle.

Desde el gobierno estatal se desprendió toda la capacidad de operación y de manejo de recursos para convertirlo a como diera lugar en gobernador de Quintana Roo.

De esta manera, se convertiría en otro liderazgo del blanquiazul que apoyaría con todo el proyecto presidencial del entonces gobernador poblano.

Míticas se volvieron aquellas caravanas de camionetas Suburban blindadas, que por tierra llevaban toneladas de dinero en efectivo que salía de las arcas del erario local y que tenía como fin último el financiar la campaña.

Carlos Joaquín siempre reconoció que se la debía a Moreno Valle.

Por eso, cuando aquel helicóptero Agusta se vino abajo, muchos de los miembros del círculo cercano a Rafael, encontraron cobijo y blindaje en Quintana Roo.

Eukid Castañón, para resaltar el caso más emblemático.

El hoy preso en Durango, era un auténtico intocable en ese estado.

Además de la protección oficial, gozaba de una faraónica mansión en Bacalar; un auténtico paraíso.

Pero también llegaron ahí, personajes y fortunas hechas al amparo del poder durante el moreno-galismo.

En sectores como el inmobiliario, restaurantero y de servicios turísticos, era un secreto a voces que el dinero de los poblanos había sido fundamental para su impulso y reactivación.

Eukid rompió los pactos y terminó en la cárcel.

Muchos más optaron por bajar el perfil y seguir beneficiándose de los negocios que hicieron al amparo del poder y que hoy operan sus prestanombres y testaferros.

Con el cambio de gobierno, tendrán que redefinir sus pactos y acuerdos o bien llevar sus capitales hacia otros derroteros.

Y Carlos Joaquín, al final, salió mucho más cabrón que bonito.

Cumplió con el grupo de poblanos que lo llevó al poder.

Entregó el estado dócilmente a cambio de impunidad eterna y por si fuera poco, tendrá más de dos años para gozar de las mieles de un exilio dorado que, gracias a la cercanía que ya tiene con su nuevo amo, el presidente López Obrador, le deja la puerta abierta para un potencial regreso a las grandes ligas de la política en el mediano plazo.

Mejor, imposible.

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