Por Alejandro Mondragón
Los panistas tradicionales bufaban por lo que calificaron una “nacada” que el entonces gobernador Rafael Moreno Valle negara el paso al balcón principal de Palacio Municipal a Eduardo Rivera, el alcalde, para la ceremonia de El Grito.
Los medios afines al morenovallismo se burlaron del edil y celebraron la acción, catalogada por la escasa crítica del momento como un atentado a la investidura del presidente municipal.
Años antes Manuel Bartlett, gobernador, decidió cambiar la ceremonia del 15 de septiembre fuera de la capital, donde residían los tres poderes del estado.
El panista Gabriel Hinojosa se había convertido en su principal opositor a las obras del megaproyecto Angelópolis y había presentado una controversia constitucional por el control del agua potable.
Y en castigo a los poblanos de la ciudad, porque –decía- se equivocaron al votar por el PAN, se fue a dar El Grito a Zacapoaxtla en 1998 y dejó a Hinojosa con su propio festejo.
Ya en estos tiempos, Luis Miguel Barbosa sí acudió a Palacio Municipal a celebrar El Grito en el zócalo en 2019 con la entonces alcaldesa Claudia Rivera.
Llegó la pandemia y todo se suspendió en 2020. En el 2021 las relaciones institucionales entre gobierno del estado y Ayuntamiento estaban rotas. Rivera Vivanco organizó su propia fiesta y no corrió cortesías.
El gobernador decidió dar El Grito en el barrio del Alto, en Casa Aguayo.
Ahora, Barbosa y Eduardo Rivera se ponen de acuerdo para la ceremonia del 15 de septiembre en la que ambas autoridades se coordinarán para el festejo.
Y sí, estarán en el balcón principal, gobernador y alcalde, juntos.
En la comida con su equipo, legisladores y alcaldes con motivo del 3 año de labores, Barbosa dejó en claro que lo que más puede presumir hoy es su relación inmejorable y de respeto con todos los alcaldes.
Otros tiempos se viven y vienen.