Por Alejandro Mondragón
A todos se les cuecen las habas en torno a la sucesión de Casa Aguayo en el 2024.
Faltan aún dos años para saber quién será el candidato a vencer de Morena, partido del que el gobernador Luis Miguel Barbosa ya dijo que hará suyo a la carta que decida la 4T.
Periodistas, analistas políticos, interesados y chismosos están atentos a cada movimiento.
El principal enfoque se realiza en Cuarta Transformación, porque este movimiento ejerce el poder en la gubernatura y Poder Legislativo.
Dos personajes que adelantaron los tiempos hoy viven momentos críticos. Su exposición los ha llevado a sufrir embates, mostrar sus debilidades y excesos, además de abonar a su propia crisis.
Los primeros Alejandro Armenta Mier, senador; e Ignacio Mier Velazco, diputado federal, pagan cara su decisión de arrancar fuera de tiempo.
De presentarse como los consentidos del presidente Andrés Manuel López Obrador y enseñar alianzas nacionales que en verdad no tenían.
El escándalo de lavado de dinero que tiene a Mier Velazco en el ojo de huracán, ante el encarcelamiento de su socio Arturo Rueda, se suma a los vínculos inconfesables en la zona huachicol de Tecamachalco. La derrota en Durango, en donde fue designado delegado político, lo manchó.
Dejó de hacer giras de proselitismo, mientras Alejandro Armenta Mier salpicado del veto presidencial a su jefe político Ricardo Monreal lo ha llevado a la peligrosa ruta de aliarse a los enemigos de Morena en Puebla, los morenogalistas Morales Flores y Rodríguez.
Los acuerdos políticos en Morena se trabajan en una ruta que nunca quisieron tomar Los Primos.
Y eso sí marca una enorme diferencia de poder.
