19-04-2024 01:54:41 PM

Con AMLO; al cielo o al infierno

Por Valentín Varillas

 

No cabe duda que el manto protector del presidente es muy efectivo, pero también muy selectivo.

No cualquiera entra en él, por lo que únicamente quienes le reditúan algún beneficio en lo político gozan de semejante privilegio.

Dos ejemplos clarísimos: Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard.

Hasta hoy sus dos perfiles serios para aspirar a sucederlo.

Ambos son responsables directos de la caía de la Línea 12 del metro.

Esa que dejó un saldo de 27 muertos.

Que sigue y seguirá impune y que a su alrededor, se ha montado un grotesco teatro de sombras desde las instituciones y el discurso públicos, con el único objetivo de protegerlos.

Marcelo Ebrad, la carta de los “moderados” fue el creador de este Frankenstein. Ejemplo de la brutal corrupción que reinó mientras fue jefe de gobierno de la capital.

60% de sobrecosto, más de 11 mil fallas y medio año de suspensión en su operación, como consecuencia de errores estructurales y fallas en el proyecto, fueron apenas el comienzo.

A las empresas involucradas en la construcción se les dejó hacer y deshacer a placer, seguramente a cambio de los consabidos y millonarios moches.

Las auditorías al proyecto resultaron demoledoras, lo que explicaría el exilio físico y político en el vivió por años el hoy canciller.

Bajo el manto protector de la 4T y ya con la “vacuna moral” inoculada por el propio López Obrador, Ebrard, a pesar de todo esto ha sido y será el hombre orquesta del sexenio.

Claudia Sheinbaum es el arquetipo del radicalismo lópez-obradorista.

Encaja y desempeña con pulcritud, el papel que su jefe político le ha encomendado desde hace décadas.

Su pecado en la tragedia es el de la omisión.

Desde hace años, no solo las denuncias ciudadanas, sino el resultado de auditorías internas, adelantaron los penosos hechos.

A la par, desde su llegada al cargo, el presupuesto para mantenimiento del metro capitalino ha disminuido drásticamente. 

No, no hay sorpresas, tampoco fortituidad.

Es la crónica de una desgracia anunciada.

De una catástrofe completamente evitable.

Consecuencias del “austericidio” que se ensaya en todo lo que tenga que ver hoy con el servicio público.

Esta negativa obsesiva a gastar en lo que el gobierno está obligado a gastar.

En lo que es su responsabilidad y no solo en aquellos planes y proyectos que le dan un lustre político a sus acciones.

Los falsos ahorros, los subejericios y demás chapuzas, son otra forma de corrupción.

Y estamos viendo la peor cara de sus consecuencias.

500 millones de pesos no se gastaron en el programa de mantenimiento del Metro.

Dinero ya presupuestado y por supuesto necesario para garantizar el buen desempeño de este sistema de transporte y la seguridad de los millones de usuarios que lo ocupan diariamente.

Sin embargo, no ha pasado nada, ni nada pasará.

Ni en lo político ni en lo legal.

Son apenas un par de ejemplos.

Serían necesarias cien cuartillas para detallar los casos de corrupción llevados a cabo por servidores públicos de esta mal llamada 4T que siguen y seguirán impunes.

Hay historias de auténtico terror.

Qué diferente al trato que han recibido en este gobierno quienes han sido etiquetados como “enemigos” de López Obrador y en esta bizarra y fanática óptica con la que ven la realidad sus extremos seguidores, los “enemigos de la patria”.

Que viva la máxima: “a los amigos, la ley y gracia, a los enemigos, la ley a secas”.

Igualito que antes.

Igualito que siempre.

Salud por su transformación.

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