Por Alejandro Mondragón
Conforme se acerca la fecha de la consulta de revocación o ratificación de mandato, está más que claro que existe ya un gran perdedor: el Instituto Nacional Electoral.
En particular, los consejeros Lorenzo Córdova y Ciro Murayama, porque la narrativa de la Cuarta Transformación los colocó en el banquillo de los señalados.
A la discursiva oficial respondieron con peros. No hay dinero, tiempo y demás justificaciones, fueron lo que alegaron cuando se configuraba este proceso de consulta.
Después de mandamientos legales, acabaron por hacer ahorros suficientes y gestionar todo para sacar adelante el proyecto.
Se enfrascaron en la diatriba de la “corrección interpretativa” del Poder Legislativo sobre la promoción que deberían hacer funcionarios públicos, mientras el presidente Andrés Manuel López Obrador jamás dejó de promover su imagen, cuya culminación se dio con la inauguración del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles.
Mientras, la campaña de promoción para votar el 10 de abril brilla por su ausencia. Impidieron que cualquiera se metiera en ella, pero tampoco INE lo hizo.
El resultado es más que claro: si van pocos a sufragar es por culpa de la inacción del INE, pero si hay una gran afluencia de votantes será a pesar del Instituto que todo lo bloqueó.
Si prevalece la revocación sobre la ratificación será por lo mismo y viceversa. La del órgano electoral fue una apuesta de perder, perder.
El ganador por cualquier vía será López Obrador.
No habrá antídoto para su defensa porque se pusieron del lado de la confrontación de la 4T, cuyo presidente, legisladores, senadores y gobernadores han hecho un frente común para plantear un nuevo INE, en el que caben todos, menos Córdova, Murayama y compañía.