29-03-2024 04:25:18 AM

AMLO, relanzamiento (II)

Por Valentín Varillas

 

La pinza se cierra el 10 de abril.

La aparición, nuevamente, de López Obrador en las boletas en un ejercicio caro, irrelevante e innecesario, que no abona nada a la realidad democrática nacional, que tampoco cambiará un ápice la correlación de los grupos de poder, pero que en los hechos será fundamental para revivir el discurso del fraude.

Algo prioritario, importantísimo, en esta estrategia de fortalecimiento de la figura presidencial para influir directamente en los votantes potenciales del 2024.

Veremos a AMLO en su estado puro.

Otra vez, en el escenario ideal y en las condiciones que más le favorecen en lo político.   

El victimismo frente a los siempre incómodos organismos electorales.

El rechazo y repudio a los contrapesos.

A cualquiera que pueda significar un obstáculo, real o imaginario al logro de sus objetivos.

Esos que, sin duda, se pretenden desaparecer para allanar el camino a una larga permanencia en lo más alto de la política nacional.

Y aquí, la meta es lograr ejercer un poder total, omnipotente y omnipresente.

Y  así, con toda facilidad, controlarlo todo, absolutamente todo.

Una realidad mucho más radical que en aquellos tiempos de partido único, porque el país ha cambiado; nosotros somos distintos y tenemos diferentes necesidades políticos que quienes padecieron el agobiante priismo de hace siete décadas.

Esos tiempos que en teoría, quienes hoy llevan la bandera del cambio político en México, repudian, pero que en los hechos ensayan usos y costumbres idénticas a la de aquel pasado supuestamente superado.  

Para eso se trabaja a estas alturas del sexenio.

Esa es la prioridad.

Para eso adelantó el presidente, como nunca antes se había visto, su proceso sucesorio.

Para eso, esta farsa de revocación de mandato.

La estrategia es muy buena.

La trampa, genial: pase lo que pase el 10 de abril, el INE tendrá la culpa.

Y esto lo pondrá, nuevamente, en el centro de los obsesivos ataques desde el púlpito presidencial.

La aplanadora morenista, de la mano de sus aliados legislativos, se negaron a aprobar un presupuesto suficiente para que la organización y calificación del proceso, fuera un éxito.

Organizar la revocación de mandato supone el mismo esfuerzo y gastos que una elección presidencial.

La SCJN, cada vez más sumisa a los interese de Palacio, obligó al Instituto a llevarla a cabo en las condiciones determinadas por el legislativo.

El desastre, sobra decirlo, está garantizado.

Y los “culpables” ya han sido señalados con toda antelación.

Hasta un probable juicio político tendrán que enfrentar.

Se trata de regresar al mito fundacional de la 4T.

Ese que le reportó 33 millones de votos en las urnas al actual grupo en el poder y cuya resurrección pretende convertirse en una poderosa arma para el próximo candidato o candidata presidencial.

El grito de “fraude” desde el poder y no desde la oposición.

El surrealismo más bizarro de la política nacional.

El nuevo aeropuerto y la revocación de mandato, operan como antídotos efectivos contra temas espinosos como la inexplicable riqueza de José Ramón López Beltrán o de la conducta criminal que, desde el poder, han llevado a cabo quienes forman parte del círculo más cercano del presidente y ocupan, u ocuparon, posiciones de gran influencia e importancia en el organigrama del gobierno federal.

Un colchón de seguridad en el momento en el que el presidente registra su peor caída en las encuestas en términos de aceptación y popularidad, desde que llegó al poder.

Efectivos paracaídas que podrían detener el descenso, o por lo menos, volverlo más terso.

O bien, si todo les sale como lo han planeado, serán catapultas que podrían regresarlo, en tiempo récord, a los niveles que traía al inicio de su administración y ser, nuevamente, el protagonista principal de la próxima elección presidencial.

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