Por Rocío García Olmedo
La fragilidad humana hizo presencia una vez más en la semana que concluyó. El mundo amaneció con un acontecimiento de repercusiones mundiales: La invasión del ejército Ruso en contra de Ucrania.
Intervención militar a la que se oponen los mismos rusos, no sólo ello, se han manifestado en contra.
Las imágenes que nos han compartido los medios de comunicación conmueven. Mujeres, hombres, niños, niñas, víctimas del conflicto.
Bien han documentado los expertos sobre este tipo de acontecimientos. “Las guerras violan todos los derechos humanos” arrancan vidas muchas, de personas inocentes; privan de servicios básicos, como salud y educación; quitan trabajos; separan familias; despojan hogares. Dejan todo tipo de secuelas.
Han señalado “Los desplazamientos forzados afectan la estabilidad física, mental y social de las personas”; también han investigado acerca de las afectaciones que -de todo tipo- provoca una guerra en las mujeres.
Patricia Lara en “Las Mujeres en la Guerra” reúne la experiencia de diez mujeres que han vivido la guerra. Carlos Montemayor en “Las Mujeres del Alba” desde la mirada de dieciséis mujeres, narra el dolor del duelo, de la búsqueda de sus seres queridos. Y las mujeres de Ucrania han empezado a vivirlo. Madres, hermanas, esposas, hijas.
Las imágenes que nos conmueven de Ucrania, no son lejanas para nosotros, nosotras; tienen similitud con las imágenes de las familias mexicanas que por la inseguridad no controlada, las miramos cotidianamente en México.
Desplazamiento de familias completas que tienen que dejar su patrimonio para salvar sus vidas, la de sus niños y niñas que lo que menos tienen es la oportunidad de salud y educación, la de las mujeres que enfrentan las consecuencias de estas situaciones tan complicadas y tan similares que viven todos los días. Mujeres, hombres, niños, niñas que en México también son víctimas del conflicto.
Ojala pronto haya un cese de hostilidades y ojalá pronto en México dejen de ser documentados asesinatos de personas inocentes producto de la delincuencia.
Porque sin duda esas imágenes que rompen el corazón: las de Ucrania y las de México, son imágenes de la fragilidad humana. Y ambas, dejan todo tipo de secuelas.