Por Valentín Varillas
No, el problema no es la foto.
Ni siquiera cómo la obtuvo.
Si fue producto de su habilidad, de su capacidad para moverse y convencer, o simplemente aquellos regalos que se generan a partir de la caprichosa alineación de los astros.
Pura suerte, vamos.
Lo reprobable aquí, fue el manejo engañoso que le intentó dar el presidente municipal de Chignahuapan a aquella imagen en la que aparece, solo, con el Papa Francisco.
Como si lo hubiera recibido únicamente y de manera especial a él en lo personal.
Como si la investidura y el cargo que hoy ostenta, le hubiera alcanzado para ello.
Así lo dejó a entrever en el mensaje que acompaña la foto, con aquello de la supuesta “bendición” recibida y la promoción que se le hizo en redes a través de auténticos paleros y cuentas a modo.
Vergonzoso.
Y es que, el viaje al Vaticano para exponer la belleza de las artesanías de Chignahuapan, no era para el protagonismo o el lucro personal.
Por más tentador que pareciera el foro para la promoción política.
Ninguno de los funcionarios estatales que acudieron también al evento, y que en realidad fueron los verdaderos responsables de la presencia de los artistas poblanos, se atrevió a hacer algo siquiera parecido.
Se condujeron en lo institucional, siempre apegados –en el discurso y manejo de sus redes sociales- a los boletines oficiales que daban cuenta de sus acciones.
Nada más.
El escenario era para el lucimiento de los artistas que le dan forma a estas auténticas obras de arte, quienes con toda justicia recibieron el merecido reconocimiento mundial a la magnífica labor que desempeñan.
Para nadie más.
Todos lo entendieron así, menos el novel alcalde, quien por cierto acabó siendo la comidilla de la delegación poblana que asistió a la exposición.
Y es que, Rivera intentó regalarle al Papa Francisco una virgen de barro hecha por artesanos de su municipio.
El jefe de la iglesia católica la rechazó de manera muy cortés y para mayor sutileza, escribió detrás de la pieza que aquella imagen ya era “suya”, pero pidió que físicamente se la guardaran ahí, en el municipio en donde había sido realizada.
Otro elemento más que seguramente será utilizado para la promoción personal del edil.
¿Se imagina la potencial rentabilidad que se le puede sacar a una imagen religiosa con un mensaje escrito por la propia mano del Sumo Pontífice de la iglesia católica?
Seguramente se hará lo posible porque se vuelva un auténtico objeto de culto para la comunidad, convirtiendo en héroe a quien por azares del destino, la pudo conseguir.
Así, los usos y costumbres de los políticos en la aldea.
Sin embargo, a pesar de estos bemoles, la presencia de Puebla en la sede de la iglesia católica debe de ser considerada como un éxito rotundo.
La enorme satisfacción de artesanos y artesanas, me cuentan, hizo que todo valiera la pena.
El escaparate para el arte poblano fue el óptimo, lo que sin duda se reflejará en diversos beneficios que abonarán al desarrollo económico y cultural del estado.
Lo demás, que quede como una anécdota más de la necesidad obsesiva de reconocimiento y lucimiento que tienen algunos de nuestros servidores públicos y que seguramente tienen su origen en los más diversos complejos y frustraciones personales.