19-04-2024 06:40:24 AM

Las garitas

Por Jesús Manuel Hernández

 

La tragedia de los migrantes de Centroamérica a su paso por tierras mexicanas, se llevó varios titulares internacionales, poniendo al descubierto la ineficacia del Instituto Nacional de Migración, la Guardia Nacional y las policías de las entidades por donde cruzan.

Algunos de los sobrevivientes han hecho revelaciones que ponen los reflectores en Puebla.

Se trataba de dos camiones, no uno, donde eran transportados cerca de 300 migrantes. Muchos de ellos subieron al Kenworth en San Cristóbal de las Casas. Quienes viajaron desde Guatemala y tenían como destino final la ciudad de Houston, debieron pagar unos 13 mil dólares, lo que sirve de orientación para adivinar el jugoso negocio de los llamados “polleros”.

Revelaciones de los sobrevivientes indican que el primer recorrido sería de 700 kilómetros para hacer escala en PUEBLA donde serían escondidos en una bodega y luego continuar al norte del país.

El camión accidentado era el segundo en la fila, o sea, que el primero debió haber llegado a la capital de Puebla sin contratiempos.

Investigaciones del diario Reforma indican que el recorrido entre San Cristóbal de las Casas y Chiapa de Corzo hay al menos 3 casetas donde han sido destacados elementos de la Guardia Nacional y del Instituto Nacional de Migración, apoyados por las policías locales.

Dicho de otra forma, tres veces pasaron en las narices de quienes el Estado Mexicano ha comisionado para detectar el tráfico de personas, y en tres ocasiones nadie vio nada.

En consecuencia del accidente del Kenworth donde murieron 55 personas, según unos medios, todos se lavan las manos, lamentan los hechos, pero no hay ningún detenido, no ha sido revelado ningún nombre de los “jefes” del INM que no vieron al camión.

Hace muchos años había la costumbre del contrabando hormiga de Laredo, Brownsville o McAllen. Muchos mexicanos salvaban el ingreso trayendo mercancía de contrabando vía carretera o ferrocarril. Incluso las tiendas de la frontera de Estados Unidos con México ofrecían el “servicio” del transporte de “entrega” en la ciudad donde el comprador quisiera.

Quienes usaban el transporte público común abordaban con sus maletas, cajas, paquetes, etcétera, de mercancía no legal y las subían al autobús con rumbo a la Ciudad de México pasando por San Luis Potosí, Ciudad Victoria, Tampico y otras.

A bordo, alguno de los pasajeros se encargaba de recolectar el dinero que serviría para pasar sin inspección con las mercancías.

Se decía entonces al momento de pedir el dinero “es para la garita”. El funcionario de aduanas subía, veía a cada pasajero, metía la mano en alguna bolsa, sacaba algo y se lo llevaba, al bajar, el chofer o el pasajero comisionado le entregaba el dinero, a veces el corrupto funcionario regresaba lo que había tomado.

Y así funcionaba, había garitas a 25 kilómetros de la frontera, a la entrada de Monterrey o de San Luis Potosí, en Matehuala, y en épocas de Navidad hasta en Querétaro.

Esas historias fueron hace 5 o 6 décadas. Luego se modernizaron con el uso de aviones, privados o comerciales, el arreglo con los agentes de aduanas, policías o funcionarios de los aeropuertos hacía posible que las mercancías ilegales entraran al país y todos se hacían de la vista gorda, por que había una pequeña o jugosa “mordida” de por medio.

Pero eso era en tiempo de los neoliberales, del antiguo régimen, donde reinaba la corrupción.

Ahora, dice el Presidente ”no somos iguales”, pero la realidad nos está demostrando lo contrario, la corrupción sigue, la corrupción está vigente, quizá más cara que antes, pues los encargados de las tres casetas en San Cristóbal de las Casas y Chiapa de Corzo se hicieron de la vista gorda, y los demás, camino a las bodegas de Puebla, también.

El gobierno federal ha revelado que entre enero y octubre de este año han sido detenidos 228 mil migrantes, un 64% más que el año anterior.

Quizá por eso hoy, los migrantes tienen que pagar 13 mil dólares, o sea, lo único que han logrado las detenciones es subir el precio de las “mordidas”, como sucedía en el viejo régimen en tiempos de navidad o al final del sexenio. O sea, todo sigue igual.

O por lo menos, así me lo parece.

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