Por Valentín Varillas
¿Qué pensarán realmente los priistas del penoso papel que su líder, Alejandro Moreno, está jugando en la coyuntura previa a la discusión formal de la Reforma Energética que el presidente ha enviado al legislativo federal?
Ellos que , en buena medida, le deben sus cargos públicos actuales a los beneficios de una alianza electoral en donde el tricolor realmente aportó muy poco.
¿Se atreverán a criticarlo y señalarlo públicamente para garantizar su permanencia en la burocracia dorada o serán lo suficientemente institucionales como para tragar sapos y poner en riesgo su futuro político personal?
Y es que, el famoso “Alito”, se ha metido a un muy peligroso callejón sin salida.
Si no apoya la reforma, la morenista Layda Sansores reabrirá sus cuentas públicas y se destaparía la cloaca.
Los pecados inconfesables y los actos de corrupción que llevó a cabo el priista, cuando fue gobernador de ese estado.
Se le echaría encima todo el aparato gubernamental con sus consabidas consecuencias.
FGR y UIF, afilando las uñas para entrarle con todo a una profunda, severa y minuciosa revisión de su pasado y presente como funcionario público.
Pocos salen bien librados de semejante prueba.
A cambio, el frente de partidos que pretende pelearle la presidencia a Morena en el 2024, tomaría aire.
Se mantendría, aunque fuera con alfileres, por lo menos hasta que se presente en el horizonte político otra prueba de fuego más.
De dar su aval a las pretensiones de López Obrador, obteniendo entre las huestes priistas los votos necesarios para que la “energética” se apruebe, Moreno pasaría a engrosar la lista de quienes, como Emilio Lozoya, gozan de la invaluable impunidad oficial.
Tranquilidad absoluta, a cambio de arrastrar el nombre y el prestigio.
O lo que quede de él.
Si “Alito” da elementos para descarrilar la alianza opositora, el presidente tendría el camino pavimentado para que, sin ningún problema, pueda imponer a su sucesor.
¿Cuánto vale en los hechos semejante favor?
Matar electoralmente al PRI, cuando en los hechos vive conectado a un respirador artificial, parece un costo muy menor a pagar si se compara con los potenciales beneficios a recibir.
Este escenario favorecería a los cada vez mayores detractores del líder nacional priista al interior del propio partido.
A los que aseguran, con toda razón, que tendría que haber renunciado a su cargo después del vergonzoso papel que jugó el tricolor en el proceso electoral de junio pasado.
Y los que opinan que se quedó a sangre y fuego tal vez para esto: para acabar siendo un burdo esquirol del presidente.
Un penoso palero dispuesto a descarrilarlo todo con tal de salvar el pellejo.
¿Lo verán así aquellos poblanos que hasta hace muy poco le quemaban incienso y que saturaron sus redes sociales de fotos con él?
¿Se han puesto a pensar qué será del priismo local sin alianza en las elecciones del 2024?
¿Habrá siquiera partido para ese año?