Por Alejandro Mondragón
Definido ya su gabinete, en el que mantuvo la paridad de género y cupieron desde priistas hasta morenovallistas, al alcalde electo Eduardo Rivera Pérez nada más le falta comenzar a gobernar.
Sí, atender una ciudad que por su complejidad no se parece ya a aquella que le tocó en el 2011, su primera gestión.
No tendrá encima el yugo morenovallista que lo asoló toda su administración, aunque sí los señalamientos de viudos y viudas que pretenderán capitalizar yerros para machacar sobre la ausencia de un equipo azul.
Eduardo Rivera arrancará su gestión en términos inmejorables en la relación con el gobierno de Luis Miguel Barbosa, en el que el tema de la seguridad parece camino acordado.
Las miradas estarán puestas en hasta dónde llegará en deslindar a su nuevo gobierno de aquellas irregularidades que tanto se han venido señalando en los medios por parte de la gestión de Claudia Rivera Vivanco.
¿Procederá o no a reportar a la Auditoría Superior del Estado las anomalías detectadas, como no lo hizo hace tres años su antecesora?
Rivera Pérez mantuvo a su burbuja más cercana en posiciones claves. Dejó en manos de la priista Silvia Tanús la influyente secretaria general, en la que se cubre las espaldas ante el debido proceso, la operación del Cabildo y cumple acuerdos con el PRI.
Las expectativas son altas en el entendido que ofreció corregir el rumbo ante una sociedad que le volteó la espalda a la Cuarta Transformación en la pasada elección.
Sin duda en el momento mismo que rinda protesta, Rivera Pérez se situará como el favorito para el 2024, lo cual implicará el tradicional desgaste y cuidarse afuera y adentro.
En política, los amigos son de mentira, pero los enemigos de verdad.