Por Alejandro Mondragón
Puebla sobrevivió a las afectaciones en 68 municipios por el paso del huracán Grace, sin el Fonden.
Era una prueba ineludible, en medio de la polémica desatada por la desaparición del mecanismo de apoyo a damnificados.
La reacción pronta del gobierno barbosista para atender a las familias, sin recurrir al clásico esquema de endeudamiento, y el respaldo federal para coadyuvar con un padrón real de afectados fueron la clave.
En otros años, los gobiernos poblanos tomaban dos caminos: esperar la reactivación del Fonden o recurrir al gasto público para luego cubrir los faltantes con deuda.
Lo primero para que a río revuelto ganancia de pescadores y lo segundo también. Siempre se justificó el uso discrecional del dinero que jamás llegaba al beneficiario.
Eso ocurrió en las inundaciones de la sierra norte en 1999 con Melquiades Morales; la explosión de ductos de Pemex en 2010 en San Martín Texmelucan y que se repitió años después; y el sismo del 2017 con daños a templos y casas.
La burocracia dorada absorbía todo y definía estrategias que jamás permitió que los recursos llegaran directamente. Eso era parte de aprovechar un esquema como el Fonden para quedarse con los recursos.
El modelo cambió. Tampoco se presumieron las entregas de apoyo al DIF, se atendió a productores y personas que perdieron bienes.
Los apoyos entregados directamente a quienes lo requerían, a nadie más. Ello explica la visita del presidente Andrés Manuel López Obrador este fin de semana para constatar que Puebla puede vivir sin un esquema como el Fonden y que hubo respuesta inmediata.
Está claro que los tiempos cambiaron y la presencia de Estado en las comunidades marcó la diferencia, sin lucrar con la tragedia.
