Por Alejandro Mondragón
Ya está en marcha, la operación rescate del llamado Triángulo Rojo, zona pletórica de ganancias por el huachicol amparado por el poder, en la era dorada del morenovallismo.
Tecamachalco y Quecholac se habían convertido en regiones bajo el yugo del crimen organizado.
El desmantelamiento de las bandas tenía que iniciar con el retiro de la protección desde el poder político.
La semana pasada, en un operativo sorpresa fue detenida la diputada suplente de Morena por Tecamachalco, Sandra Nelly Cadena, quien junto con su esposo disponían de un arsenal exclusivo del Ejército en su casa.
El gobernador Luis Miguel Barbosa dejó en claro que tales armas servían para la venta a diversos grupos.
Y esta semana, en Quecholac fue aprehendido Alejandro Martínez Fuentes, hermano del famoso “Toñín”, personaje vinculado a la industria del huachicol que floreció en la época morenovallista.
Sin los instrumentos de protección, las bandas reducirán su capacidad de movilización en la región.
Hacían lo que querían porque había complicidad con las autoridades hasta que comenzaron las acciones y en el mismo mes, septiembre, el gobierno barbosista propinó dos golpes directos en Tecamachalco y Quecholac.
Ahora con presencia del Estado y la aplicación de la Ley, las cosas seguro cambiarán.
Está claro que en la medida que caigan las cabezas del huachicol en Puebla se sabrá de aquellos personajes con poder que en el pasado reciente sirvieron para protegerlos.
Y a los morenovallistas a ver si todavía les quedarán ganas de reintegrarse a la política partidista en el PAN y PSI, partidos que fueron utilizados por los capos para conservar privilegios, a cambio del financiamiento de sus campañas.
Ahora sí, llegó la hora.
