Por Valentín Varillas
Sí, la cámara de diputados ocupaba un lugar importante en las prioridades electorales de Palacio Nacional en este 2021.
Cómo no, si ahí se van a sudar las calenturas que tienen que ver con las reformas constitucionales que quiere perfilar el presidente en la segunda mitad de su sexenio.
Sin embargo, la conformación de la cámara baja del legislativo federal no fue, como se vendió, la auténtica joya de la corona.
Las gubernaturas que estuvieron en juego en junio pasado, por otra parte, acabaron siendo lo más importante del botín.
Y ahí, los resultados no pudieron ser mejores para el partido en el poder.
Ganaron 11 de las 15 gubernaturas y en los casos de Nuevo León y San Luis Potosí, llegan un par de auténticos incondicionales del presidente.
Solamente en Chihuahua y Querétaro, se impuso la oposición.
Y en el 22 y el 23, sumarán otros más como Oaxaca, Quintana Roo y el Estado de México.
Los gobernadores serán fundamentales en la operación electoral y de recursos en la elección presidencial del 2024.
No lo dude.
Son además quienes mejor entienden los usos y costumbres, formas, modos y dinámica de la política en sus respectivos cotos de poder.
En este contexto, tienen todavía una mayor importancia los estados en donde se renovará la gubernatura en la misma elección que la del jefe del ejecutivo federal.
Puebla entre ellos.
Si el presidente quiere abonar a la continuidad de la 4T, tendrá que confiar en los mandatarios estatales y sobre todo, darles la libertad suficiente como para ejercer como jefes políticos de sus respectivas entidades.
El perfil del candidato tendrá que ser acorde a la realidad política local y bajo la premisa de maximizar la mayor cantidad de votos potenciales para él o ella y para quien resulte el candidato presidencial que elija López Obrador.
Más allá de intereses, personales o de grupo, al final se trata de la única fórmula efectiva si de verdad AMLO quiere llevar los hilos de su sucesión.
Presidentes no ponen gobernadores.
Pueden desde el centro imponer candidatos, pero las victorias se sudan y ganan en la aldea, nada más.
Qué mejor ejemplo que lo que pasó en Puebla, en donde el resultado de la más reciente elección empató con precisión quirúrgica con el presupuesto electoral diseñado por el gobernador Barbosa.
Al parecer, Andrés Manuel entiende muy bien lo anterior y actúa en consecuencia.
Por eso, la llegada de Adán Augusto López a Gobernación.
Un perfil con una mucho mayor interlocución con gobernadores y que valora y sabe lo que representa para los intereses de la Federación, la importancia del control político en los estados.
Y bajo esa lógica operarán los próximos dos años y medio.
Imposible pensar que Sheinbaum o Ebrard ganen su elección sin sumar estados que aportan una gran cantidad de votos al padrón electoral nacional.
Y en ese indicador Puebla será una de las joyas de la corona que Morena no puede, ni de chiste, darse el lujo de perder.