Por Jesús Manuel Hernández
Para los expertos en el manejo de los museos poblanos no ha sido novedosa la información revelada por el actual Secretario de Cultura del Estado, Sergio Vergara Berdejo; años antes se sabía de algunos faltantes y enredados inventarios donde las cajas de huevo suplieron a los archiveros o cajas fuertes donde guardar documentos valiosos.
Dos casos fueron ampliamente conocidos, uno el del Museo José Luis Bello y González, que hubo de ser intervenido luego del sismo de 1999 y para la ejecución de obras se tuvo que desmontar y rehacer la museografía, con lo cual, algunas piezas quedaron “extraviadas”.
El otro caso fue la Biblioteca Palafoxiana que para a ser incluida como Memoria del Mundo por la Unesco, debió someterse a un inventario meticuloso cuando era Secretario de Cultura Alejandro Montiel Bonilla, considerado uno de los expertos en el tema y quien había recibido la comisión de manejar ese tema desde los tiempos de Pedro Ángel Palou García.
En aquellas épocas se inició la exposición pública de los tesoros de la Palafoxiana a fin de despertar el interés de los poblanos en este tema, reservado antes exclusivamente para los historiadores e investigadores, quienes no siempre fueron muy rectos en su labor.
Trascendió que algunos “expertos” tenían ciertas facilidades, como sacar los libros de la biblioteca para llevarlos a sus casas y en el mejor de los casos los devolvían. Los registros no siempre lo demostraban.
El caso es que durante el gobierno de Rafael Moreno Valle, la Secretaría de Cultura quedó supeditada primero a una encargada del despacho, Mercedes Aguilar López y luego se sumó a la de Turismo donde Roberto Trawitz ordenó el desmantelamiento de algunos museos a fin de conformar el “acervo” del proyecto sexenal del “Museo Internacional Barroco”, rodeado de enormes gastos e inversiones inexplicables.
A la salida de Julio Glockner como titular de Cultura del gobierno de Miguel Barbosa, fue llamado Sergio Vergara que se había desempeñado como delegado del INAH y Gerente del Centro Histórico en los gobiernos municipales de Tony Gali y Luis Banck.
Vergara empezó a recorrer los museos y por la cercanía con sus oficinas visitó primero la Biblioteca Palafoxiana donde se topó con una sorpresa: un par de individuos, funcionario y ex funcionario, estaba en el interior sacando, revisando, fotografiando libros de los considerados incunables, un asunto prohibido por el protocolo del recinto.
Inmediatamente Vergara Berdejo ordenó la suspensión de esas actividades, el funcionario fue cesado y al otro se le impidió la entrada. Y entonces empezaron las dudas sobre los inventarios de los museos y principalmente de la Palafoxiana.
El faltante reportado en las auditorías revelado hace unos días, de 200 libros del recinto considerado “Memoria del Mundo”, quizá sólo sea el hilo de la madeja y pueda llegar a descubrirse un mercado de libros viejos que tuvo sus orígenes, años antes en los archivos eclesiásticos.
Para nadie ha sido un secreto que los coleccionistas de libros han estado relacionados siempre a la política y que muchos investigadores al no tener éxito económico con sus publicaciones han caído en la tentación de cambiar de oficio, de investigador y divulgador a comerciante.
El caso es que si este gobierno está dispuesto a destapar la cloaca de la cultura poblana, más de cinco deben estar preocupados.
O por lo menos, así me lo parece.