16-04-2024 03:46:32 AM

Morena; depender de AMLO

Por Valentín Varillas

El presidente está en campaña.

Lo ha estado, desde el primer día de su gobierno.

Por eso, se ha negado a mutar de candidato, a estadista.

No es que no sepa cómo, es que de plano no le conviene.

La transición afectaría sus intereses políticos.

Esta caracterización que ensaya cada mañana, la del personaje rijoso, separatista, bravucón, le permite mantener de su lado a sus incondicionales, a sus fanáticos, a quienes en su afán de apoyarlo sin cortapisas, le aplauden y festejan todo.

Hasta lo más aberrante.

Pero ahí está su mercado, al que le apuesta para salir bien librado de la próxima elección.

Sabedor de que Morena, el supuesto partido en el gobierno, se ha convertido en un conjunto de tribus con intereses diversos, con un entendimiento distinto de la política, con visiones mutuamente excluyentes del rumbo que debe de tomar la nación y que practican la antropofagia como único método de supervivencia, la responsabilidad electoral única de lo que pase en junio, recae en él.

 

En su figura, en su imagen, en sus niveles de popularidad.

Una burda repetición de lo que sucedió en el 2018.

Por eso, cada mañanera es un acto político, panfletario, que pretende ayudar a perfilar y defender los intereses de Palacio Nacional.

Un evento de campaña más, como los muchos que ensayó como candidato en sus tres campañas presidenciales.

Más de lo mismo.

Por eso, no importa si cada día, hace pedazos la institucionalidad que juró defender cuando llegó al cargo, arremetiendo contra todo y contra todos los que podrían significar un obstáculo –real o imaginario- en la consecución de sus objetivos.

Y aquí caben muchos: los de siempre y los que, con sus acciones, opiniones o críticas, pueden integrarse a esta lista de “indeseables” que se actualiza cada mañana.

Empresarios, medios y periodistas críticos, organismos electorales y demás.

Una muestra real, clara, contundente, de que lo que va a determinar el desempeño de Morena y sus aliados en la elección, es el desaseo que ha caracterizado el proceso de selección de candidatos y el perfil de quienes competirán por un cargo de elección popular.

Muchos, con antecedentes criminales, con pendientes con la justicia y con claros perfiles sociópatas y psicópatas.

La gran mayoría de ellos, no tendría la menor oportunidad de ganar un proceso electoral si no disfrutaran del manto protector y la capacidad de arrastre con la que cuenta todavía, un presidente que, a pesar de todo tiene más del 60% de aceptación entre sus gobernados.

La apuesta es clara: ganar la mayoría calificada en la conformación de la próxima cámara de diputados federal –la auténtica joya de la corona- y navegar sin sobresaltos ni contrapesos la segunda mitad de su sexenio, haciendo lo que se le dé la gana.

Si este escenario se convierte en realidad, entonces sí, sálvese quién pueda.

 

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