Por Alejandro Mondragón
Los focos rojos electorales no se hallan, aunque parezca que sí, en las crisis internas de los partidos por sus desaseados procesos de selección de candidatos/as.
Se localizan en el entorno ligado a la pandemia. Puebla, como el resto del país, apenas sale de la segunda ola y se sabe que azotará la tercera de forma más virulenta a mediados de mayo.
Y no es que los electores vayan a estar impedidos a emitir su sufrago libremente, sino a que la exposición social va sufrir un incremento notable.
Ya la secretaria de Gobernación, Ana Lucía Hill, adelantó que se establecerá una mesa de acuerdo electoral con el árbitro, partidos y autoridades para fijar los protocolos sanitarios e impedir actos masivos cerrados.
El problema que se tiene está en los tiempos. Las campañas federales arrancarán la primera semana de abril y las locales, en el inicio de mayo para, ambas, concluir para el 6 de junio, día de los comicios.
Las vacaciones por las semanas santa y de pascua que han llevado a miles de familias a las playas y centros de descanso traerán una severa presión a los servicios de salud por ahí de finales de abril.
Sume la movilidad por el Día del Niño, 5 de mayo, 10 de mayo y agregue las campañas federales y locales, entonces la pregunta es cómo vamos a acabar.
Lo más probable es que en otro confinamiento, pues además del comportamiento irresponsable de las familias, debe considerarse el apetito voraz de los candidatos/as por obtener el voto en las calles, colonias y cualquier esquina.
Nada halagüeño se prevé para Puebla, igual andarán otros estados, pues el proceso de vacunación no se resolverá en los dos meses que faltan para las elecciones.
Así que más nos vale alejarnos de todo virus, empezando por los candidatos/as que sólo vendrán a enfermarnos.
