19-04-2024 10:45:57 AM

¿Y cuándo Flores Toledano?

Por Valentín Varillas

Sano, muy sano sería para el proceso de ajuste de cuentas con el pasado, que se llamara a quien fuera el presidente del Tribunal Superior de Justicia de Puebla en tiempos de Rafael Moreno Valle.

Roberto Flores Toledano fue uno de los gatilleros a las órdenes del ex gobernador.

Junto con el oscuro Víctor Carrancá, pervirtieron el sistema de procuración y administración de justicia poblanos, con el único fin de allanarle el camino a su jefe, persiguiendo y encarcelando a sus adversarios y opositores.

Y nunca les importó el nivel de manipulación de las instituciones del estado que tuvieron que llevar a cabo, con tal de cumplir con sus objetivos.

No es una cosa menor.

En su frenética cacería de incómodos, Flores Toledano ordenó que se giraran órdenes de aprehensión con la misma facilidad con la que se reparten memelas en un puesto callejero.

Jamás le importó si existían los elementos legales que soportaran jurídicamente las acusaciones.

La detención de “incómodos” se hacia por consigna, armando expedientes a modo. Mintiendo, engañando, inventando hechos y utilizando testigos falsos.

El único requisito era que el supuesto delito fuera considerado como grave, de acuerdo al Código Penal poblano, para eliminar de tajo la posibilidad de que el acusado pudiera gozar de la libertad bajo caución.

La víctima tenía entonces que recurrir al juicio de amparo.

Buscar a la justicia federal en busca de, valga la redundancia, justicia.

Pero la real, la auténtica, la que se administra más allá de filias y fobias personales.

Cuando en el amparo se veían los yerros, omisiones intencionales y violaciones al debido proceso, se les corregía la plana.

Para ese tiempo, el perseguido llevaba ya meses tras las rejas.

Cuando los plazos se cumplían, las instancias se agotaban y no había más remedio que dejar en libertad al acusado, la dupla siniestra Carrancá-Flores Toledano, volvía a las andadas.

Generaban una nueva acusación de otro supuesto delito grave, para mantener en la cárcel a quien fuera que hubiese sido etiquetado como enemigo del morenovallismo.

Y otra vez, a empezar de nuevo.

Y así, de esta manera, quienes representaban un obstáculo en la consecución de algún objetivo oficial, personal, o simplemente un capricho de Rafael, podían pasar años privados de su libertad sin ser responsables de la comisión de algún ilícito.

Así de fácil, así de injusto, así de indignante.

De esta manera acabaron con honras, con prestigios, con vidas enteras.

Criminal ¿no le parece?

Como criminal resulta el hecho de que hoy estén libres.

Que estas conductas que dejaron una larga lista de damnificados, no hayan tenido todavía consecuencias legales.

Que sigan viviendo y disfrutando en absoluta impunidad.

Y lo peor: que Roberto Flores Toledano siga enquistado todavía, como cáncer maligno, en el sistema de impartición de justicia poblano.

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